Durante los ochenta Wangari Maathai notó dos problemas claves en su natal Kenia: el daño medioambiental debido a la deforestación y por otro lado, la falta de oportunidades para las mujeres. Uniendo ambos conceptos creó el Movimiento Cinturón Verde, que ha plantado más de 50 millones de árboles y emplea a 35 mil mujeres en 3 mil viveros alrededor de África.
Su lucha se originó en su natal Kenia, donde fue seleccionada para ir a estudiar a Estados Unidos. Cuando comenzó su maestría en Biología la Universidad de Pittsburg en 1964 presenció el efecto de una restauración ambiental promovida por ecologistas que querían limpiar el aire de la ciudad.
Ya de vuelta en África Wangari, la primera mujer con un doctorado en África central y Oriental, pasó a ser miembro activa de diversas organizaciones cívicas durante los años setenta, como la Cruz Roja, la Asociación Keniana de Mujeres Universitarias y el Consejo Nacional de Mujeres de Kenia, del cual se convirtió en directora en 1981.
Las ideas sobre los árboles e incluir a la mujer en la fuerza laboral para el desarrollo económico en Wangari comenzaron a tomar forma por lo que creó en 1977 el Movimiento Cinturón Verde. En este proyecto una red de mujeres se encargaba de crear invernaderos mediante la recolección de semillas nativas del bosque. De esta forma, la mujer tomaba un rol central en la recuperación del medioambiente; creaba para sí una fuente de trabajo al cultivar plantas y además contribuía a recuperar su entorno.
El Movimiento del Cinturón Verde, le trajo alegrías y tragedias a Wangari. En 1986, con financiamiento de la UNEP (United Nations Environment Programme), el área medioambiental de las Naciones Unidas pudo expandir su movimiento por el resto de África creando la Red Pan-Africana del Cinturón Verde, donde cuarenta y cinco representantes de países africanos se capacitaron durante tres años para realizar programas similares en sus países. Este éxito hizo que Wangari formara parte de diferentes directorios de organizaciones medioambientales y pudiera financiar una operación que hoy tiene más de 51 millones de árboles plantados en Kenia, Tanzania, Uganda, Malawi, Etiopía y Zimbabwe.
El lado oscuro de su cruzada lo vivió encarcelada, golpeada en algunas ocasiones, maltratada por los medios y públicamente escarnecida por el régimen del Presidente Daniel Arap Moi, quien habló de ella como una “mala mujer”. Aun así, Wangari siguió siendo la espina de un gobierno que duró más de veinte años, con una disposición no sólo ambiental, sino que luchando por el ejercicio de la democracia y promoviendo una visión de la mujer como parte de la discusión política
Su labor ecológica fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 2004, siendo la primera mujer africana y ambientalista en ganarlo. Su legado persiste en el Instituto Wangari Maathai para la paz y estudios del medioambiente, donde se une la investigación académica con estudios de la paz, así como la visión del movimiento del Cinturón Verde.Crédito fotos: Green Belt Movement.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas.