Esta surfista de 26 años acaba de conseguir su mejor triunfo, con un tercer lugar en un torneo en Fiji. Pero Bethany Hamilton no sólo es una atleta de excelencia, y una de las únicas surfistas que tienen un hijo y marido y que sigue compitiendo, sino que lo hace todo con un solo brazo, ya que hace tres años, en el agua, un tiburón la mordió mientras estaba en la tabla. Hamilton no se detiene y de hecho, ni siquiera compite como paraolímpica o con trato especial.
Hamilton nació en una típica familia surfista de Hawai, así que comenzó a meterse al agua en tabla desde pequeña y a competir desde los 8 años. Fue en 2003, cuando tenía 13 años, mientras surfeaba en la mañana con una amiga y su familia, que un tiburón le arrancó su brazo izquierdo, debajo del hombro. Rápidamente el padre de su amiga le hizo un torniquete y partieron a una clínica; Hamilton dice no haber sentido mucho, con el cuerpo en shock. Cuando llegó al hospital había perdido litros de sangre. Tras la cirugía y una semana internada se repuso. Y comenzó a retomar su vida. Al mes, ya estaba en el agua, surfeando de nuevo.
Hoy, su vida se ha hecho famosa, gracias a la atención mediática, una autobiografía, Soul Surfer, que luego tuvo adaptación al cine. Bethany Hamilton siguió compitiendo, y aunque por un momento se pensó que pararía, después de tener a su primer hijo, se ha vuelto nuevamente competitiva. De hecho, es su marido quien se queda en la casa para cuidar al niño, para que Bethany se siga dedicando a ser surfista profesional. En mayo pasado, obtuvo el tercer lugar en la competencia de Mujeres Profesionales en Fiji, y también fue nominada a importantes premios del deporte.
Para surfear, necesitar usar más los pies al minuto de remar, y debe levantarse en la tabla después que sus competidoras. Lo que sí no acepta es ser mirada como una atleta con discapacidad, porque se siente “muy capacitada”. “Yo no lo miro como diciendo, ‘Wow, hice un muy buen trabajo con un brazo’. Sino que digo Wow, hice un muy buen trabajo en esa ola”.