En las recientes elecciones de Pakistán, Sunita Parmar hizo historia en ese país, al ser la primera mujer de su casta en postularse a un cargo político.
Proveniente de la minoría Meghwar, Sunita nació en la casta de los denominados intocables según la creencia hindú, los que históricamente han sido oprimidos y segregados por esa condición. Además, su natal Tharpakar es una región donde la dinastía Arbab, que tuvo el control político y económico en la región hasta 2013, consideraba abiertamente a las mujeres como inferiores.
En un país de 200 millones de personas, Sunita se atrevió a ir contra los estereotipos de su región, y decidió presentarse como una alternativa para las clases medias y bajas de su casta que representan alrededor de 600.000 personas. Según ella se cansó de las promesas de las autoridades que no habían solucionado temas como acceso a educación, agua y salud, por lo que se postuló como una candidata independiente para formar parte de la Asamblea Constituyente de Sindh del distrito de Tharparkar.
Con un tradicional matka balanceado en su cabeza, esta pakistaní quiso mostrarse como una alternativa a la gente como ella, donde su agenda estaba orientada a la educación, pues en muchas áreas rurales las familias no tienen donde educar a sus hijos. En sus videos viralizados, condenó a los políticos por empeorar las condiciones de las mujeres, destacando el constante problema que éstas viven en zonas rurales, pues muchas mueren por complicaciones en partos ya que no existen caminos para salir de sus pueblos.
A pesar de recibir mucha presión de los clanes económicos de la zona, como los Thakurs, Maharaj and Arbabs, para que bajara su candidatura, Sunita siguió adelante con el apoyo de su comunidad y familia, y se presentó a las elecciones, las que si bien no ganó, cambiaron la historia de su casta para siempre pues le dio representación a quienes son discriminados por razones religiosas.