Psiquiatra rusa de origen judío, una de las primeras mujeres psicoanalistas, Sabina Spielrein aportó para la elaboración del concepto de “pulsión destructiva”. Esta base le permitió a Freud desarrollar la “pulsión de muerte”.
Nació en Rusia, en el seno de una familia judía adinerada. Su padre era comerciante, su madre licenciada universitaria que ejerció como odontóloga mientras sus hijos eran pequeños.
Tenía conductas sexuales compulsivas. En 1904 sus padres la llevaron al hospital psiquiátrico Burghölzli, Zúrich. En él, Jung le diagnosticó histeria severa con rasgos esquizoides; se dice que Sabina fue una de las primeras pacientes con la que el especialista aplicó la teoría psicoanalítica.
Se integró como ayudante voluntaria en los experimentos de Riklin y Jung; este último luego se convertiría en su amante. Se inscribió en la Universidad de Zúrich, estudió medicina y psiquiatría.
En 1911 publicó en el Yearbook for Psychoanalytic and Psychopathological Research su investigación sobre la destrucción como la causa de la creación. Presentó por primera vez sus ideas sobre el instinto de muerte, su conexión con el instinto sexual.
Al terminar su relación con Jung contactó a Freud para pedirle una entrevista transformándose en su discípula. Se dedicó al área clínica psicoanalítica en Austria, Alemania, Suiza.
Fue miembro de la Asociación Psicoanalítica berlinesa y rusa. Organizó la Sociedad Psicoanalítica de Ginebra. Se desempeñó como profesora de psicoanálisis en el Instituto Rousseau de Ginebra y catedrática de psicología en la Universidad de Moscú.
Laburó como paidologa, fomentando el crecimiento de niños y niñas como seres absolutamente libres. En 1936 se prohibió definitivamente la paidología, por lo que comenzó a trabajar como médica de escuelas públicas. No está claro cómo murió, si la mataron los rusos o los alemanes, sólo se sabe que fue asesinada junto a sus hijas tras la ocupación de su ciudad por el ejército de Hitler.