Rosario Ibarra de Piedra fue una activista mexicana que se convirtió en precursora de la defensa de los Derechos Humanos, la paz y la democracia de su país.
En 1974 su hijo fue víctima de desaparición forzada tras ser acusado de pertenecer a un grupo guerrillero en el contexto de la llamada ‘Guerra Sucia’. Desde entonces Rosario comenzó un trabajo de más de cinco décadas de memoria, justicia y verdad, logrando convocar y asociar a familiares de detenidos desaparecidos del país. Fue fundadora del Comité ¡Eureka!, organización que luchó contra la impunidad estatal frente a los crímenes de lesa humanidad. Según el CNDH de México, desde su creación este grupo logró hallar a más de 148 personas desaparecidas con vida.
Rosario logró que se promulgara la Ley de Amnistía, la permitió la liberación de presos políticos, el regreso de exiliados y la suspensión de órdenes de capturas. Además, junto a la asociación de familiares desaparecidos creó el Museo Casa de la Memoria para las víctimas de la desaparición forzada.
Paralelamente, la activista fue una férrea defensora de las reformas legales y constitucionales con foco en los Derechos Humanos, trabajo que también realizó desde el terreno político siendo diputada y senadora. En la década del 80 se postularía en dos oportunidades a la Presidencia, convirtiéndose en la primera mujer candidata a este cargo en México.
Fue cuatro veces nominada al Premio Nobel de la Paz y reconocida con la medalla al mérito cívico “Eduardo Neri, legisladores de 1913”. En 2019 se le concedió la Medalla de Honor Belisario Domínguez, la que no quiso recibir y dejó en custodia del Presidente Andrés Manuel López Obrador por respeto a su lucha colectiva de verdad y justicia aún inconclusa, en la que miles de familias, incluida ella, aún desconocen el paradero de sus seres amados.