Como parte de la etnia indígena maya-quiché, la guatemalteca Rigoberta Menchú creció en un entorno de pobreza e injusticia, al igual que otros pueblos indígenas de América. Rigoberta, tras pérdidas y dolores, se involucró en profundidad en la defensa de su pueblo, y se transformó en el símbolo de la lucha por los derechos indígenas de su país. Reconocida con el Premio Nobel de La Paz en 1992, es una luchadora que vivió la persecusión política y recorrió el mundo con su mensaje.
Nació en 1959 en una familia campesina, en Uspantán. De pequeña trabajó en agricultura como el resto de su familia. Fue a colegios católicos, donde comenzó su interés por el activismo social, mientras sus parientes se involucraron en el conflicto que existía entre los terratenientes, campesinos y miembros del ejército de Guatemala. Su padre, su madre y su hermano fueron asesinados y torturados por los militares y la policía paralela, también conocidos como los “escuadrones de la muerte”.
Menchú comenzó con una campaña pacífica de denuncia del régimen guatemalteco y de la sistemática violación de los derechos humanos que existía contra los campesinos indígenas. En 1978, fue miembro fundadora del CUC (Comité de Unidad Campesina) y de la RUOG (Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca). Años más tarde, siendo aún una veinteñaera, se tuvo que refugiar en México donde continuó trabajando por su causa con la ayuda de grupos internacionales.
Luego, su historia se volvió un símbolo de la lucha indígena y Rigoberta, de gran oratoria, en una estrella, tras la publicación de su biografía “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia”, en 1983. Si bien la veracidad del relato fue impugnado por algunos sectores, su compromiso por la causa es celebrado transversalmente. Si las comunidades indígenas fueron subyugadas en la conquista española, en el siglo XX seguían y siguen siendo tratadas con injusticia. Rigoberta volvió a vivir a su país, y su prestigio la convirtió embajadora de la ONU, a participar como mediadora en el proceso paz con la guerrilla, y además del Nóbel , a ganar otros reconocimientos como el el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1998).
Con los recursos financieros que recibió por sus premios estableció la fundación Rigoberta Menchú Tum, con sede en Guatemala y presencia en otros países. Se postuló como candidata en dos elecciones presidenciales, dándole visibilidad a la fuerza indígena Hoy, Menchú lleva más de 40 años dedicada al trabajo por los mayas, y otras comunidades originarias americanas, dándoles apoyo, herramientas y voz.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas.