Considerada heroína en su natal China, Qiu Jin fue una activista que desafió a la dinastía Qing a principios del siglo pasado, y además la primera poeta feminista de ese país.
Nació en 1875 en una familia adinerada de la provincia de Fujian, por lo que recibió una excelente educación, y aprendió desde niña a escribir, andar en caballo y artes marciales. Sus primeras escrituras eran poemas sobre cosas domésticas, un período luminoso y lleno de confianza donde Qiu Jin buscaba convertirse en una poetisa admirada.
Al cumplir los 19, vino el designio paterno de tener que casarse por obligación con el hijo de un mercader acaudalado. Qiu Jin sólo conoció la desdicha en ese matrimonio arreglado, donde comenzó a discutir con su marido por temas relacionados a los derechos de las mujeres. La frustración marital de Qiu quedó reflejada en los poemas de esa época llenos de soledad y bajo autoestima.
En 1903 la familia se mudó a Beijing donde Qiu comenzó a leer literatura feminista y se interesó aún más por la educación de las mujeres. Así Qiu abandonó su hogar para viajar y estudiar en Japón, donde su poesía adquirió fama gracias a la audacia de sus poemas, como por ejemplo Jiang Hong, donde establece que los hombres son iguales a las mujeres en sus ambiciones personales y políticas, y usa a heroínas chinas para cuestionar el destino del país en relación a las mujeres.
Al volver de Japón comenzó a adquirir cada vez más notoriedad por su pensamiento, y vestir como hombre occidental. Su poder de oratoria le valió admiración especialmente en sus discursos por los derechos de las mujeres a la libertad de casarse y educarse, así como su oposición a la costumbre, de la que ella también había sido víctima, del vendado de pies como símbolo de honor. Su activismo la llevó a unirse a las Triadas, un grupo clandestino que apoyaba el derrocamiento de la dinastía Qing y un gobierno de soberanía popular.
En 1907 fundó el diario Zhongguo Nu Bao, con una línea editorial revolucionaria y de ideas feministas que modernizaran a su país para que las mujeres fueran verdaderas ciudadanas. Debido a su apoyo revolucionario fue apresada y torturada. Como no dijo una sola palabra, Qiu fue decapitada públicamente a los 31 años. El legado de Qiu Jin continúa en el imaginario de la República Popular China instaurada en 1912 tras el derrocamiento de la dinastía Qing. Hoy es considerada una heroína nacional y tiene un museo en su honor en Shaoxing.