Había doble limitación para Negin Khpalwak mientras crecía en Kunar, en Afganistán; ella siempre amó la música, pero siendo mujer no podía tocarla, porque estaba prohibido bajo el régimen Talibán. Y, además, es parte de la tribu Pashtun de su país, que incluso cuando lo talibanes se fueron, tampoco le permitía a mujeres o a hombres dedicarse a los instrumentos.
Así que aún siendo una niña, Negin comenzó a aprender música en secreto, con instrumentos tradicionales asiáticos como el sarod. Su padre se enteró y la apoyo, aunque todo el resto de la familia no debía saberlo; cuando lo hicieron estaban en contra. Sus tíos, de hecho, la tuvieron cautiva seis meses en su hogar, sin poder volver al colegio, porque las niñas deben estar en la casa en su cultura. Entonces, con nueve años, su padre la envió a un orfanato en Kabul, donde podía educarse y donde sí pudo por fin practicar música. Cuando Negin ha vuelto a casa de visita, recibe por esto amenazas de muerte. A los 13 años, postuló para ser parte del Instituto Nacional de Música de Afganistán, y quedó.
Negin Khpalwak se ha dedicado a organizar a otras jóvenes como ella, que se rebelan y quieren convertirse en músicas. Es la líder de la orquesta Zohra, un conjunto de 35 mujeres y parte de Instituto Nacional de Música; es la primera orquesta de su país sólo compuesta por músicas. Juntas han tocado en el encuentro del Foro Económico Mundial, en Davos, con Negin como conductora, la primera mujer en su país en hacerlo. El grupo toca una mezcla de instrumentos tradicionales asiáticos junto con occidentales.
Aunque sigue viviendo en peligro por ser músicas, para Negin, su rol es uno de dar el ejemplo. “Matan a muchas mujeres en Afganistán. Pero tenemos que luchar por nuestra libertad. Algún día tendremos más libertad, y eso vendrá al mirar a niñas valientes cambiando las cosas”, ha dicho la joven conductora. Su sueño es estudiar conducción en Italia, y volver luego a su país para organizar una orquesta de mujeres adultas.