Es abogada y se ha dedicado largamente a defender el movimiento feminista y los derechos humanos en Irán. Actualmente Nasrín Sotoudeh se encuentra en prisión acusada de desafiar las tradiciones religiosas de su país, como el uso obligatorio del hiyab (velo que cubre la cabeza) para las mujeres, además de conspiración contra la seguridad nacional. La familia de Nasrín comunicó públicamente que la sentencia corresponde a 38 años de cárcel y 148 latigazos, lo cual desató una ola de protestas en su defensa.
La activista iraní nació en una familia religiosa de clase media. Estudió Derecho en la Universidad Shahid Beheshtí y comenzó desde muy joven a escribir para periódicos y revistas locales de política izquierdista. Ha centrado su trabajo en la defensa de niños y mujeres víctimas de maltratos y en pro de la liberación de numerosas activistas acusadas de desacato por apoyar los movimientos liberales del país.
En el año 2010 Nasrín fue detenida por primera vez, acusada de espionaje y conspiración contra del Estado. Debido a su influencia fue mantenida en aislamiento con altos estándares de represión e incomunicada, por lo que en modo de protesta inició huelgas de hambre en dos ocasiones antes de su liberación en 2012.
Su segunda detención, el año 2018, fue por distintas acusaciones de amenazas a la seguridad nacional, e hizo que numerosas instituciones se mostraran en desacuerdo con su condena. Inculpada de rebeldía contra el líder supremo de Irán y de promocionar la prostitución por defender los derechos de las mujeres, Nasrín se ha negado en varias ocasiones a debatir la decisión judicial de su caso, para no legitimar una acusación que considera injusta.
Al ser conocida su condena se le otorgó el Premio Internacional de Derechos Humanos Lodovic-Trarieux, el cual fue también entregado a Nelson Mandela en prisión. Actualmente, países como Irán, España y Canadá, mantienen campañas para la liberación de Nasrín y el reconocimiento de su trabajo en la defensa de los derechos humanos.