Se conoce poco de su biografía, pero su trabajo artístico, casi desconocido hasta hoy, hace de Michaelina Wautier una de las más importantes exponentes del Barroco.
Nacida en Bélgica, los pocos documentos que dan cuenta de su vida establecen que Michaelina se instaló en Bruselas en 1640 con su hermano Charles, donde probablemente compartían un estudio, lo que hizo que por mucho tiempo parte de sus obras se le atribuyeran a Charles por la similaridad de la técnica. Además se sabe que tanto ella como su hermano nunca se casaron y vivieron en una casa cerca de Kappellekerk hasta su muerte.
De familia acomodada, se presume que Michaelina tuvo acceso a cierta educación de anatomía y a círculos artísticos e intelectuales que la hicieron conocer más de cerca el movimiento barroco. El trabajo de Michaelina destaca porque su técnica no tiene nada que envidiarle a sus contemporáneos, Rubens y Van Dyck. Fue una maestra en el uso de la técnica barroca que usa transparencias y ciertos estilos en el cabello de los retratados, así como una paleta de colores muy característica del barroco holandés, para crear la piel y el cuerpo.
Michaelina Wautier fue una artista muy versátil que traspasó los temas asociados a las pocas mujeres pintoras de la época, que generalmente pintaban flores y temáticas decorativas. En cambio Michaelina abordó distintos géneros como retratos, autorretratos, escenas históricas y religiosas, además de arreglos florales. Dentro de sus obras destacan “El triunfo de Baco” y “Retrato de un caballero”, firmado y fechado en 1646.
Hoy por primera vez se exhibe una retrospectiva de su trabajo, “Michaelina: Baroque’s Leading Lady” con treinta obras expuestas entre el Museo Stroom (MAS) y el Rubens House en Antwerp, Bélgica.