La microbióloga hondureña María Elena Botazzi ha estado desarrollando “una vacuna para el mundo” contra el COVID-19 que puede ser producida a gran escala en cualquier país sin la necesidad de pagar una patente por su producción.
Si bien nació en Italia cuando a su padre lo trasladaron por motivos diplomáticos, a los 8 años volvió a Honduras, donde creció y obtuvo su licenciatura en Microbiología y Química Clínica de la Universidad Nacional Autónoma. Luego obtuvo su doctorado en Inmunología Molecular y Patología Experimental y a posdoctorados en Biología Celular en la Universidad de Miami y la Universidad de Pensilvania. En Estados Unidos fue cuando conoció a quién se transformaría en su mentor y socio: Peter Hoetz, investigador global de enfermedades tropicales desatendidas, o sea aquellas que no son de interés de la industria farmacéutica para el desarrollo de vacunas pero que siguen existiendo en países pobres.
Con la experiencia de haber crecido en Honduras, un país donde alrededor de un 60% está bajo la línea de la pobreza, María Elena había visto cómo las enfermedades impactan directamente en el desarrollo económico de su país. Así junto a Peter Hoetz, llevan dos décadas desarrollando vacunas para enfermedades tropicales desatendidas con un modelo de código abierto, que otorga el acceso universal para la producción de la vacuna por cualquier país. Entre sus investigaciones destacan la primera vacuna contra la esquistosomiasis y la primera vacuna contra la enfermedad de Chagas.
Este año presentaron Corbevax, denominada “la vacuna para el mundo” hecha de manera de que cualquier país que tenga instalaciones para producir vacunas para la hepatitis B puede hacerla, y así darle acceso a países más pobres que no pueden costear vacunas Covid-19 de laboratorios como Pfizer o Modena. Además, pensando en las tradiciones musulmanas de la población en Medio Oriente, esta vacuna es halal, o sea creó sin reactivos derivados de animales, sólo con procesos sintéticos o vegetales.
Actualmente Bottazzi codirige dos instituciones sin fines de lucro: el Centro de Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas y la Escuela Baylor de Medicina. Por su labor científica fue premiada en Honduras con Premio Nacional de Ciencias José Cecilio del Valle y Premio Gran Cruz del Congreso Nacional.