Lidia Poët fue la primera abogada de Italia, pese a que cuando apenas comenzaba a desempeñarse como jurista anularon su inscripción. Defendió a niños, mujeres y marginados; abogó por el derecho a sufragio femenino. Icono feminista, lideró la sección jurídica del Consejo Nacional de Mujeres Italianas (CNDI) desde donde luchó por la igualdad de género.
Nació en una aldea cercana a los Alpes italianos a mediados del siglo XIX. Proveniente de una familia acomodada, estudió primero en Suiza y luego en Italia. Se graduó como Maestra de Escuela Secundaria y como Maestra de inglés, alemán y francés. Siguiendo los pasos de su hermano y animada por su mamá, se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Turín.
Se tituló con honores a los 26 años con una tesis sobre la condición de la mujer en la sociedad y el derecho al voto femenino. Trabajó con el abogado y senador Cesare Bertea. Luego de aprobar los exámenes exigidos para ejercer la profesión, se convirtió en la primera mujer en ingresar a la Orden de Abogados y Fiscales de Turín, pero otros abogados se opusieron.
Tres meses más tarde la inhabilitaron ya que la ley no especificaba que una mujer pudiera ocupar un “cargo público”. El tribunal aprovechó de aconsejarle a las mujeres que no compitieran con los hombres para ser “sus iguales”, sino que se limitarán a ser sus compañeras. Pese a lo anterior, comenzó a colaborar como abogada en el buffet de su hermano.
En 1903 se integró al CNDI. Participó en el primer Congreso Penitenciario Internacional. Hizo hincapié en la necesidad de educar y darle trabajo a los presos. Logró que se establecieran juzgados de menores para facilitar su reinserción social.
Después de la guerra, tras la aprobación de una ley en Italia que le permitió a las mujeres el derecho a acceder a todos los cargos públicos, excepto en el poder judicial, la política o el ejército, la abogada retomó su contienda para inscribirse en la Orden de Abogados y Fiscales de Turín, lo que ganó a sus 65 años de edad.