Patrick Brontë fue un irlandés de modesta procedencia, pero elevados intereses intelectuales, que estudió en Cambridge y luego se estableció como reverendo anglicano en el pueblo de Haworth, al norte de Inglaterra. Se casó con María Branwelly y tuvieron seis hijos seguidos; cinco mujeres y un hombre. La madre murió a los 38 años, cuando los niños aún eran pequeños y poco después murieron las dos hermanas mayores producto de la tuberculosis. La familia Brontë quedó a cargo del viudo Patrick que crió a Charlotte, Emily, Anne y el pequeño Branwell con la ayuda de una tía. Los hermanos crecieron en la casona de piedra en Haworth, deambulando durante el día por los páramos y dedicándose a leer y escribir por las tardes.
Las fichas estaban puestas en la inteligencia y capacidades del hijo varón, pero éste se fue perdiendo en el alcohol y el opio sin convertirse nunca en el gran escritor, pintor o político que prometía ser. Las hermanas Brontë eran algo ariscas y alejadas de lo que se esperaba de las mujeres victorianas de la época, que era básicamente casarse y dedicarse a las labores domésticas. Eran solteras a las que les interesaba más que nada leer y escribir (aunque cada una vivió sus amores que quedaron plasmados en sus novelas semibiográficas). Como hijas de pastor no tenían dote que ofrecer y tampoco eran particularmente agraciadas para conseguir un marido. La otra alternativa era estudiar pero como no podían costearlo, se dedicaron a la enseñanza trabajando como profesoras e institutrices.
Con necesidades económicas que resolver, las hermanas decidieron publicar sus escritos para ver si lograban juntar algo de dinero. Escribieron un poemario en conjunto pero lo hicieron usando seudónimos masculinos; firmaron como Currer, Ellis y Acton Bell. Así se evitaban los prejuicios machistas propios de la época. Les fue bien en críticas pero mal en ventas, entonces decidieron publicar novelas por separado pero manteniendo sus identidades masculinas. A lo largo de 1846, las tres hermanas se dedicaron a escribir; Charlotte creó “Jane Eyre”; Emily, “Cumbres Borrascosas”, y Anne, “Agnes Grey”. En ese entonces Charlotte tenía 30 años, Emily 29 y Agnes 27.
En la época llamaron la atención por la intensidad de sus relatos donde los personajes femeninos no eran mujeres pasivas, sino personas inteligentes, complicadas y rebeldes. Emily no quiso volver a publicar, pero Charlotte y Anne continuaron una carrera de escritoras con obras que se adentraron en temas como la política y el feminismo.
En septiembre de 1848 murió Branwell, destruido por el alcoholismo y la drogadicción. Fue tan fuerte la pérdida que Emily murió tres meses después de tuberculosis y en mayo del año siguiente la siguió Anne, víctima de la misma enfermedad. Charlotte, la única sobreviviente, dio finalmente a conocer la verdadera identidad de los hermanos Bell y alcanzó a disfrutar del reconocimiento. Continuó escribiendo y cuando tenía treinta y siete años se casó con Arthur Bell Nicholls. Meses después, durante un embarazo complicado, se enfermó y murió de tuberculosis, tal como sus hermanas.
La corta y particular vida de las hermanas Brontë las hizo inmortales en la historia de la literatura.