Referidas como clásicos de la literatura universal, las novelas de Jane Austen dieron a conocer un mundo doméstico y rural, donde los lectores podían sentirse identificados con personajes, que a través de sus vidas y sentimientos, dan cuenta de las complejidades de la sociedad inglesa del siglo XVIII y a la vez establecen un mundo emocional que sigue teniendo admiradores en la actualidad. A las mujeres, y sus infinitas complejidades y virtudes, Jane Austen les dio voz y corazón, con ingenio y a veces deslizando sátira social.
Nacida en 1775 en plena época de la regencia inglesa, Jane Austen perteneció a la burguesía agraria en la rectoría de Steventon. Con una familia numerosa, de ocho hermanos, Jane recibió educación gracias a su padre, un reverendo que enseñaba a los niños del pueblo, y quien poseía una gran biblioteca, a la que desde niña Jane tuvo acceso.
Estando en el seno de una familia que promovía el aprendizaje, la escritora desarrolló un
talento especial para componer textos, donde representaba los valores familiares que ella consideraba como importantes. Antes de cumplir los 22 años, ya tenía esbozadas tres de sus grandes novelas: Orgullo y Prejuicio, Sentido y Sentibilidad y La Abadía de Northanger.
Su niñez tranquila y los lugares que visitó tras salir de su pueblo natal en 1800 fueron la base de todas sus novelas situadas en la sociedad rural georgiana de esa época. En ellas logró describir desde la vida cotidiana, con sumo detalle de los personajes y los lugares, sucesos entrelazados que crean un argumento común y lógico, cercano a la vida de los lectores, que termina por crear historias de contenido didáctico donde el decoro y la moral son esenciales.
Sus obras giran en torno al matrimonio de su protagonista, heroínas que no parecen interesadas en los talentos que la sociedad de la época exigía a las mujeres para atraer la atención de un marido. Estas habilidades a ser cultivadas no son desarrolladas por las protagonistas de Austen y ese es el punto de conflicto que la autora sostiene entre la relación de la educación de estos talentos, y la visión de una formación liberal donde la mujer no está supeditada a aprender para sólo tener un marido. Sus heroínas, se han transformado en íconos o idolas: Emma, las hermanas Elinor y Marianne de Sensatez y Sentimientos, o la magnífica Elizabeth Bennet, de Orgullo y Prejuicio.
A pesar de que Jane Austen mostró un lenguaje original para exponer con parodia e ironía a la sociedad de la época, no se le consideró durante mucho tiempo una escritora de calidad, (aún cuando varias de sus novelas fueron éxitos de ventas) principalmente porque usaba seudónimos para publicar. Fue recién a principios del siglo XIX y gracias a la crítica favorable de Sir Walter Scott de su libro Emma, que empezó a ser reconocida: “Nunca antes se había mostrado la vida moral como ella lo hace ver, y nunca antes se había creído que fuera tan compleja, difícil y exhaustiva”.
A pesar de que los libros de Austen siempre tienen un final feliz, donde sus heroínas consiguen el amor anhelado, la autora terminó sus días soltera, tras un amor que huyó a Irlanda y una propuesta de matrimonio que declinó. Murió por una enfermedad hormonal que se la llevó con 41 años en 1817.
Los siglos han pasados y Jane Austen sigue siendo una referencia del rico mundo emocional que logró plasmar en situaciones cotidianas.