Helena Jacoby nació en 1904 en Letonia, miembro de una adinerada familia judío alemana. Después de la I Guerra Mundial los Jacoby se trasladaron a Friburgo, Alemania, donde decidió estudiar medicina a pesar que su familia se opuso en un principio. Coincidió en la universidad por esos años con personajes tan relevantes como Heidegger, Wilhelm y Carl Gustav Jung. Terminada su tesis decidió partir a Berlín para especializarse en el estudio de las hormonas. Ahí conoció, y se enamoró, del doctor chileno en fisología, Franz Hoffmann. Se casaron y en 1931 se vinieron a vivir a Chile. Ya como Lola Hoffman, aprendió castellano, tuvo dos hijos, trabajó en el Instituto Bacteriológico y luego en el Instituto de Fisiología de la Universidad de Chile. Como era asistente de su marido en sus investigaciones y publicaciones, trabajó mucho tiempo ad honorem, ya que era mal visto que una mujer recibiera un sueldo de parte de su marido.
Cuando tenía 46 años Lola cayó en una fuerte depresión y dentro de ese periodo tuvo un sueño que luego ella consideraría una verdadera epifanía. Su marido le regaló un viaje a Europa para animarla y fue durante ese viaje que decidió estudiar psiquiatría. De vuelta en Chile se dedicó a estudiar y se adentró también en el mundo de la interpretación de los sueños. Entró a trabajar en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile, buscando enlaces entre la fisiología y la psiquiatría. En esta etapa comienza a interesarse también por la neurología y explora métodos como la autohipnosis.
Volvió a Alemania a perfeccionarse durante un par de años y en 1959, ya de regreso en Chile, se instaló como psicoterapeuta. Durante los años 60s participó de ensayos de terapia grupal, experimentó con la marihuana como herramienta terapeútica. También practicó hatha yoga, aprendió a traducir el I Ching y en 1983 fundó la Casa de la Paz.
Otro compañero importante en su vida fue el escultor y poeta chileno Tótila Albert, fueron amigos y amantes durante 17 años. Pero nunca se separó completamente de Franz Hoffmann y durante su vejez lo cuidó tras un ataque de apoplejía que lo dejó casi paralizado. Lola creía que las relaciones no tenían por qué ser exclusivas y que tener amores paralelos era importante para el crecimiento de la pareja.
Fue una mujer moderna, vanguardista, siempre abierta a lo nuevo y maravillada por el conocimiento. Cercana a Claudio Naranjo, maestra de Pedro Engel y Delia Vergara. Lola Hoffmann murió a los 84 años en Santiago y dejó un gran legado gracias a su labor como terapeuta y sanadora.
Su nieta Leonora Calderón ha trabajado en preservar su memoria y ha escrito dos libros: “Mi abuela Lola Hoffmann” y “Lola Hoffmann, la revolución interior”.