En septiembre de 2015 la doctora Celina Turchi recibió un llamado del ministro de Salud de Brasil, quien necesitaba con urgencia saber por qué estaban naciendo tantos niños con microcefalia. Este trastorno neurológico, que impide que las cabezas de los recién nacidos crezcan a su tamaño normal, estaba apareciendo con una frecuencia alarmante en los hospitales del norte de ese país. De una decena de casos al año, se pasó a más de treinta a la semana, y nadie conocía el motivo. Turchi, epidemióloga de la Fundación Oswaldo Cruz, instalada en Recife, se dedicó cien por ciento a desentrañar este misterio.
Turchi nació en el centro de Brasil, en Goiás, donde estudió Medicina en la Universidad Federal. Venía de una familia lectora, amante del estudio. De hecho, su madre y sus hermanas tienen doctorados en distintas áreas. Se especializó en infectología en Londres e hizo un doctorado en Sao Paulo, y luego se trasladó al norte del país, donde estaba investigando cuando recibió el llamado más importante de su carrera.
El zika, una enfermedad que se transmite a través de la picada de un mosquito, había sido detectado en Brasil un año antes; probablemente, el virus viajó desde la Polinesia hasta América. Sus síntomas, muy similares a los del dengue, no se consideraban letales ni de gran peligro para humanos.
Celina Turchi comenzó a trabajar sin un mapa, ya que no lograban encontrar la causa de la microcefalia. La epidemióloga decidió que lo más importante era prevenir la aparición de nuevos casos, así que armó una verdadera red científica mundial. Llamó a todos los doctores que conocía, convocó a varios a Brasil y formaron el Microcephaly Epidemic Research Group. Los científicos comenzaron a sospechar que había una conexión entre el zika y la oleada de neonatos con microcefalia, pero nunca antes una malformación congénita había tenido como causa la picada de un mosquito.
Casi sin dormir, comiendo cuando podía, Turchi lideró las investigaciones, hasta que en noviembre logró detectar el virus en el líquido amniótico de una de las madres de bebés con microcefalia. Era la primera pieza de un puzle que fueron armando con grupos control para poder evidenciar la conexión científica. Tras los hallazgos de Turchi y su equipo, se lanzó una campaña continental de prevención del zika para evitar que mujeres embarazadas o por embarazarse viajaran a países con presencia del mosquito.
Turchi, madre de dos hijos, se convirtió en un ejemplo de liderazgo en la ciencia gracias a su capacidad de conformar una red de colaboración global para actuar en medio de una emergencia. Fue elegida una de las cien personas más influyentes por la revista Time y una de las diez personalidades más notables del mundo de la ciencia en 2016 por la revista Nature.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas Latinas.