“La comida es una herramienta para cambiar el corazón de las personas”. Jeong Kwan es una monja budista que vive en un templo en Corea desde que tiene 17 años. Kwan decidió alejarse del mundo del ego para ser realmente libre a través de la meditación, y su manera de meditar es cocinando. Con dedicación, con tiempo y con mucho amor y consciencia de la naturaleza, esta monja logra los mejores platos del mundo que hoy la tienen transformada en la estrella culinaria del momento.
La recientemente estrenada tercera temporada de la serie Chef´s Table de Netflix comienza con el capítulo de Jeong Kwan y ha sido el que más ha dado que hablar. La paz de la monja zen sobrecoge porque abre ante nuestros ojos un universo paralelo donde la elaboración de la salsa de soya se transforma en una experiencia espiritual. Los platos vegetarianos que Jeong Kwan prepara en el monasterio provienen de una maravillosa y desordenada huerta, para ella los alimentos son parte de la naturaleza y deben convivir con los insectos y los animales. Sus aliados son la lluvia y el sol. “Deja que la naturaleza se haga cargo”, dice la monja zen.
Sus técnicas de fermentación, la delicadeza de sus platos y la buena energía de su comida hacen que chefs, críticos gastronómicos y amantes foodies de todo el mundo peregrinen hasta el templo Baegyangsa, al sur de Seúl. Jeong también viaja una vez a la semana a la capital para hacer clases en un instituto de cocina.
La cocina monacal coreana se elabora sin carne ni pescado ni lácteos ni ajo ni cebolla. El concepto budista de la no vinculación sostiene que la comida no debe consumirse con ansiedad ni gula para que pueda convertirse en fuente de claridad mental y vía de iluminación.
La historia de Jeaong Kwan, la relación con su familia, la prematura decisión de convertirse en monja, su alegría, espiritualidad y su noción de libertad hacen que esta monja transmita mucho más que comida, pero es la comida la expresión de todo lo anterior.