Es la primera mujer candidata a la presidencia de su país, por parte de uno de los dos partidos principales. Les guste o no su política, y aunque Michelle Obama está más de moda, por estos días de campañas presidenciales norteamericanas, Hillary hace historia y rompe el “techo de cristal” de su país. Algo no menor, considerando que Estados Unidos ya cuenta con 44 presidentes desde su independencia.
Hillary Clinton se describe a sí misma en Twitter como: “Esposa, madre, abuela, defensora de mujeres+ niños, Primera Dama, Senadora, Secretaria de Estado, ícono de peinado, fan del terno, candidata presidencial demócrata”.
Es un buen resumen, hay que decirlo. Quizás en este mundo la conocimos como la Primera Dama, esa que acompañó a su marido incluso en medio del más polémico escándalo sexual político de la historia. Y salió digna. Hillary Clinton nació en Chicago, y estudió leyes en Yale; desde entonces ha hecho un incansable trabajo por el cuidado, salud y derecho de los niños, en diferentes instituciones y políticas. Siguió haciendo avances en esa materia como primera dama de Arkansas cuando se casó con Clinton, y también trabajó por eso como Primera Dama, creando programas de asistencia de salud y adopción, además de educación para los niños de Estados Unidos.
Se convirtió en una fuerza igualmente poderosa que la de Bill en cuanto a llevar el apellido Clinton: fue la primera senadora mujer elegida en el Estado de Nueva York. Luego, tras perder la carrera presidencial frente a Barack Obama, se convirtió en una eficaz Secretaria de Estado, o Canciller.
Lo mejor que podemos hacer ahora, es usar la descripción que hizo de ella Michelle Obama en la convención demócrata, en un discurso tan emotivo como elocuente:
“Hillary ha pasado décadas haciendo un trabajo incansable y sin retribuciones para realmente hacer una diferencia en sus vidas. Defendiendo a los niños con discapacidades como una joven abogada, peleando por la asistencia de salud para los chicos cuando fue Primera Dama y por el cuidado cualitativo infantil como Senadora. Y cuando no ganó la nominación presidencial hace ocho años, no se enojó ni se desilusionó. Hillary no hizo sus maletas y se fue a su casa, ya que como una verdadera servidora pública, Hillary sabe que esto es mucho más grande que sus propios deseos o frustraciones. Así que nuevamente se puso al servicio del país como Secretaria de Estado, trabajando para mantener seguros a los niños. Y miren, hay muchas veces en las que Hillary podría haber decidido que este trabajo era muy difícil, que el costo del servicio público era muy alto, que estaba cansada de ser criticada por cómo se ve, o cómo habla, o incluso por cómo se ríe. Pero ahí está el punto: lo que más admiro de Hillary es que nunca cede ante la presión, que nunca escoge la salida fácil, y Hillary Clinton nunca se ha rendido ante nada en su vida”.