Elvira Hernández es la chilena ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía de Pablo Neruda, por su trabajo poético creado en tiempos de dictadura, que la han convertido en una voz singular de la poesía nacional.
María Teresa Adriasola, su nombre civil, nació en Lebu, donde apenas comenzó a escribir, compuso versos mientras estudiaba en un colegio de Chillán. Para contrarrestar una educación religiosa, se propuso estudiar Filosofía en la Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile hasta 1973 y así despejó racionalmente sus dudas respecto a dios. Tras el golpe, entró a estudiar Literatura en el Departamento de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas en 1975, dirigido entonces por Cristián Huneeus, donde conoció a profesores como Ronald Kay, Enrique Lihn y Nicanor Parra, entre otros.
Su detención en 1979 por la CNI, que la tuvo retenida en el cuartel Borgoño confundiéndola con la mujer metralleta, marcó su obra poética, de profunda disidencia política y que comenzó a circular de forma clandestina entre los contrarios a la dictadura. Su famoso escrito de 1981, “La bandera de Chile”, un diario de reflexiones histórico, que se difundió con un mimeógrafo luego que la imprenta fuera allanada, fue recién publicado en 1991 en Buenos Aires. Su primer cuadernillo editado fue ¡Arre! Halley ¡Arre!, en 1986.
La obra poética de Elvira Hernández ha sido reconocida por consolidarse como una voz única en la poesía latinoamericana, con temas que remiten al viaje, la ciudad y lo marginal. Además, María Teresa Adriasola es una crítica y académica, especialista en temas de género y literatura feminista latinoamericana. En 1987 fue parte de la organización del Congreso Internacional de Literatura Femenina Latinoamericana.
La edición de su antología poética, “El trabajo y los días” de 2016 puso nuevamente en valor su poesía, por la que además de recibir el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda este año, también le otorgó el Premio Nacional de Poesía Jorge Teillier.