Cuando el gobierno australiano anunció planes de hacer un vertedero de desechos nucleares en el desierto, Eileen Kampakuta Brown se puso a trabajar. Junto a otras mujeres ancianas aborígenes, como Eileen Wani Wingfield, armaron un consejo y comenzaron a viajar por el país protestando e informando, para evitar así la contaminación de su gente y de sus tierras.
Eileen Kampakuta Brown fue parte de una generación que vivió la discriminación en Australia; a los niños birraciales como ella los separaban de sus familias. Eileen también vivió otro hecho traumático para la comunidad aborigen que habita en el desierto al sur de Australia. En los años 50 y 60 el gobierno británico hizo pruebas nucleares en el lugar, asegurando a la comunidad de que eran totalmente seguras. Años después, los locales sufrieron de muertes tempranas, cáncer y ceguera, entre otras enfermedades.
Kampakuta fue una de las creadoras del consejo de ancianas de la ciudad de Cooper Pedy, o el Kupa Piti Kungka Tjuta, que busca resguardar sus tierras de contaminación.
En 2003 el gobierno australiano anunció que volvía al desierto con material radioactivo, buscando enterrar desechos que podrían perdurar cerca de 300 años en el lugar. Para los aborígenes esto significaba un riesgo, pues podían contaminar las aguas desérticas de manera subterránea. Kampakuta y sus compañeras comenzaron a desplazarse por todo Australia para manifestarse y protestar. Casi sin dinero y apoyo, lograron captar la atención del país.
Visitaron el Parlamento, se presentaron en los Juegos Olímpicos en Sydney, y lograron entusiasmar a los ciudadanos para que se enfrentaran a los planes del gobierno.
Kampakuta Brown, junto a Eileen Wani, recibió el importante premio ambientalista Goldman, por su lucha. En 2004 el gobierno desistió de sus planes originales para el vertedero nuclear, aunque hoy el territorio aborigen sigue con constantes amenazas medioambientales.