La espía favorita de Winston Churchill, Christine Granville, chapa de la condesa polaca Krystyna Skarbek, fue una de las primeras mujeres en integrarse como agente secreta en la Dirección de Operaciones Especiales británica (SOE) durante la Segunda Guerra Mundial. Participó en arriesgadas misiones y en una oportunidad salvó a dos de sus compañeros de ser fusilados por la Gestapo. Murió asesinada años después del fin del conflicto.
Su madre -quien sería asesinada por los nazis- provenía de una familia de banqueros judíos y su padre era un aristócrata perteneciente a un noble linaje polaco. Creció estudiando idiomas, montando y domando caballos, esquiando, aprendiendo a disparar escopetas, pero cuando tenía 22 años su padre murió dejándolas en la quiebra. Krystyna encontró trabajo en la fábrica de Fiat, sin embargo contrajo una enfermedad pulmonar por manipular compuestos tóxicos.
Estaban en África junto a su segundo marido, un diplomático polaco, cuando los nazis invadieron su país de origen. Viajaron a Londres y ella se ofreció como voluntaria para ser parte del SOE, la agencia creada por Churchill para organizar acciones de subversión y sabotaje contra los nazis.
Bajo el nombre de Christine organizó vías de escape de Polonia, participó de operativos en Hungría y combatió con la Resistencia francesa. Fue capturada junto a otro agente por los nazis. Para evitar la muerte, se mordió la lengua tan fuerte que se provocó una hemorragia y comenzó a toser. Sus captores pensaron que tenía tuberculosis y por miedo a contagiarse la liberaron.
Condecorada por sus servicios, tras la guerra se quedó sin empleo y en poco tiempo dejó de recibir la indemnización por despido de la SOE. Vivió en una casa administrada por la Sociedad de Socorro Polaca. Trabajó como ama de llaves y telefonista, luego garzoneó en bares, hoteles e incluso en un barco. En este último conoció al marinero Dennis George Muldowney quien se obsesionó con ella. Tras no ser correspondido, la mató.