Activista por los Derechos Humanos, lideresa en la lucha por la legalización de la eutanasia en Chile, tras más de tres décadas enferma Cecilia Heyder murió esperando a que el Congreso avanzara en una propuesta que permita la “muerte digna” para los pacientes terminales. En una carta a los senadores dijo: “Necesito que comprendan lo que significa para mí estar lúcida y totalmente consciente del constante deterioro de mi cuerpo. Es una tortura”.
Segunda de tres hermanas, a los nueves años quedó huérfana de padre, un general del ejército; cuando tenía 16 se enteró a través de la Vicaría de la Solidaridad que lo había ejecutado la dictadura.
Cecilia tenía 20 años cuando le detectaron cáncer de útero. Al año siguiente tuvo cáncer de cuerdas vocales. A los 42 años le diagnosticaron lupus sistémico eritematoso y tres años más tarde, un nuevo cáncer a las mamas. Luego le dio un trastorno sanguíneo que le impedía coagular. Madre de dos hijos, su movilidad se fue reduciendo de a poco y comenzaron sus batallas legales.
Presidenta de la agrupación de mujeres con cáncer de mama, en 2013 hizo campaña para la despenalización del uso de la cannabis en forma medicinal. Al año siguiente recurrió al Instituto de Salud Pública. Consiguió una “aprobación excepcional” para importar Sativex a Chile, un medicamento compuesto por cannabis para controlar el dolor. En esa época tenía que pagar casi cuatro millones de pesos al mes por el tratamiento.
En 2020 los médicos del Hospital San José la desahuciaron. Tras obtener el alta voluntaria, interpuso un recurso en la Corte de Apelaciones para obtener cuidados paliativos y una muerte digna. Más tarde presentó una querella criminal en contra del en ese entonces Ministro de Salud, Enrique Paris, y el director del hospital por no estar recibiendo atención domiciliaria. Finalmente, el tribunal rechazó su recurso de protección para poder acceder a una muerte asistida. Cecilia falleció en mayo 2023, convertida en una de las mayores activistas por la eutanasia en Chile.