Fue la primera mujer impresionista y figura clave del movimiento. La francesa Berthe Morisot desafió las normas sociales de su época para unirse a la vanguardia parisina. Artista profesional, reflejó “la vida cotidiana”, el mundo femenino y su propia intimidad.
Nació en una familia de la alta burguesía. Sus padres, amantes del arte y la música, las incentivaron a ella y a su hermana Edma a formarse en la pintura y el dibujo, por lo que les contrataron clases privadas con Geoffroy-Alphonse Chocarne y Joseph-Benoît Guichard.
Animadas por Guichard, visitaron el Museo del Louvre y trabajaron como copistas. Se relacionaron con destacados artistas, le propusieron a su nuevo maestro, Achille Oudinot, pintar al aire libre y por él conocieron a Camille Corot, una importante paisajista. En 1864 expusieron en el Salón de París.
En 1868 apareció Édouard Manet en el museo y le pidió a Berthe que posara para él. Fue su modelo en decenas de ocasiones y forjaron una gran amistad. Se acercó a los círculos impresionistas y se convirtió en la primera mujer en dedicarse a este estilo de arte.
Al estallar la guerra franco-prusiana vivió con su hermana y pulió sus bases técnicas y temáticas. En 1872 vendió más de veinte cuadros, lo que marcó un hito en su carrera. Luego se casó con el hermano de Manet, Eugène, y formó parte de la exposición inaugural de los impresionistas.
En 1878 tuvo a su única hija. Perfeccionó su pincelada, la invitaron a participar en una muestra en Londres y otra en Nueva York en la “American Art Association”. A los 51 años celebró su primera exhibición individual en la galería Boussod & Valadon, Francia.
Desarrolló su carrera durante más de tres décadas. Un año después de su muerte, sus amigos organizaron una retrospectiva de su trabajo y rindieron tributo a su talento. Según sus biografías, creó cerca de setecientas obras durante su vida.