Tenía 13 años cuando le abrió la puerta a los hombres que buscaban a su padre. Se lo llevaron y lo fusilaron, tirándolo junto a decenas de otros cuerpos en una fosa común, en Guadalajara, España. Desde entonces, en 1939, que Ascensión Mendieta no sólo honró la memoria de su padre, una de las tantas víctimas de asesinato político en la España de Franco , sino que trabajaría incansablemente hasta poder identificar sus restos y darles una sepultura digna. Lo logró a los 91 años, convertida en un símbolo de la memoria en su país.
Ascensión era una de siete hermanos, hijos de Timoteo, un carnicero que también era secretario de la Unión General de Trabajadores, una asociación sindical de izquierda. Tras la persecución y muerte de Timoteo, la familia se quedó sin recursos y se trasladó a la casa de los abuelos maternos. Franco murió en 1975. Ascensión y una de sus hermanas solicitaron entonces al gobierno la exhumación de la tumba en Guadalajara, pero no se les dio ningún permiso. Fue recién muchos años después, en 2010, cuando comenzó a vislumbrarse una oportunidad, pero a miles de kilómetros de distancia: en Argentina. Ese año en tribunales de Buenos Aires se presentó una querella para investigar los crímenes ocurridos durante la Guerra Civil Española y el Franquismo, apelando un “principio de jurisdicción universal”.
Fue en 2013 que Ascensión, ya de 88 años, se subió a un avión y cruzó el Atlántico, para pedirle a la jueza argentina María Romilda Servini la exhumación de Timoteo dentro de querella. Aunque en un principio hubo un entrampamiento por formalidades, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que no recibió ayuda del gobierno, comenzó a trabajar en las tumbas. Tras un par de intentos fallidos, en 2017, los restos de Timoteo Mendieta fueron identificados. “Ahora me puedo morir tranquila”, dijo entonces Ascensión.
Timoteo fue enterrado en Madrid en julio de 2017; Ascensión, quien lo buscó hasta el cansancio, le anunció a sus cuatro hijos que ella quería ser enterrada con él. Su voluntad se cumplió dos años después, cuando la española murió a los 93 años.