Es una de las escritoras actuales más prominente y respetadas del habla inglesa. La cuentista canadiense ganó el Premio Nobel de Literatura en 2013, un reconocimiento a su estilo narrativo que ha pasado a ser referente, incluso ha sido bautizada como “la Chéjov canadiense”. Alice Ann Laidlaw nació en Wingham, Ontario, en una granja donde se sintieron fuertemente los estragos de la depresión económica. Sus escritos hablan de ese mundo de tradiciones profundas y recursos limitados, sumándose al legado de algunos escritores del sur de Estados Unidos, como William Faulkner. Los personajes femeninos de sus relatos suelen ser complejos y muchas veces indescifrables.
Siendo una joven universitaria conoció a su futuro marido James Munro, se casó a los 20 años y tuvo tres hijas. Eso explica que el brillo de su carrera literaria viniera bastante después; aunque siempre escribió recién cuando se acercaba a los 40 años publicó su primer libro de cuentos llamado “Dance of the Happy Shades” (1968). La agudeza y sensibilidad de su pluma hicieron que la buena recepción fuese inmediata y ganó el Premio del Gobernador de Canadá. Luego vino la exitosa colección de historias interrelacionadas “Las vidas de las mujeres” (1971). En 1972 se divorció y un par de años después volvió a casarse con Gerald Fremlin. A partir de entonces su carrera se consolidó y siguió acumulando títulos y premios, realizando además giras por Australia, China y Escandinavia. En 1980, Munro ocupó el puesto de escritora residente en la Universidad de Columbia Británica y en la Universidad de Queensland.
Como prolífica escritora se mantiene publicando colecciones de relatos como “Las lunas de Júpiter” (1982), “Secretos a voces” (1994), “Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio” (2001), y “Mi vida querida” (2012), entre muchos otros. Las primeras versiones de sus historias de Munro han aparecido en revistas como The New Yorker, Harper’s Magazine y The Paris Review. Y la película “Lejos de ella” (2007) está basada en uno de sus cuentos. A pesar de publicar mucho, la escritora siempre ha intentado cultivar el bajo perfil, es reacia a las entrevistas y en ese sentido el Nobel le dio una notoriedad inédita. Fue la primera canadiense y la decimotercera mujer en recibir este galardón.