Cocinera oaxaqueña conocida a nivel internacional, Abigail Mendoza es admirada por sus platos tradicionales que se nutren de su pasado y entorno, difundiendo así la cultura zapoteca.
Cuando tenía cinco años, Emiliano, su padre, le regaló su primer metate y comenzó a hacer tortillas. Con Clara, su madre, aprendió recetas ancestrales transmitidas de generación en generación. A los ocho pidió dejar la escuela para ayudar a su madre en la cocina; preparó su primer plato a los diez.
En 1990 fundó Tlamanalli en Teotitlán, que significa “dios de la comida” en náhuatl, y comenzó su negocio junto a sus hermanas. Un año después apareció en la revista gourmet Saveur y luego The New York Times la incluyó en su lista de los 10 mejores restaurantes del mundo.
Fue galardonada por el Banco Mundial de México, dos años más tarde el gobierno local reconoció su aporte a la gastronomía prehispánica. Representó a su país ante la UNESCO y postuló a la comida mexicana como candidata a ser patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. En 2010 logró su cometido.
La invitaron al Salón del Chocolate y a Gastronomika, feria culinaria vasca de San Sebastián. Publicó el libro Dishdaa´w, que en zapoteco quiere decir “la palabra se entreteje en la comida infinita”, y la revista Quién la nombró entre los 50 mexicanos de ese año.
Ha sido mencionada por Diana Kennedy, investigadora sobre la gastronomía antigua, como la mejor representante de la cocina precolombina en México. En 2019 apareció en la portada de Vogue México en su 20º aniversario por su destreza.
Sabor es Polanco, el festival gourmet más importante de México, la homenajeó este año por su trayectoria. Orgullosa e identificada con su gente, sus creaciones las elabora con ingredientes de la región. Su especialidad: los moles y atoles.
Ha dedicado más de 25 años a difundir este conocimiento, siendo maestra y ejemplo para muchas personas interesadas en aprender y entender tanto la técnica como la sabiduría de la cultura zapoteca expresada en su cocina tradicional.