Yaritza Meza realizó terapia por consumo de drogas en fundación Paréntesis cuando tenía 16 años y, luego, ingresó a Súmate, el programa de Escuelas de reingreso, para terminar sus estudios. A los 14 años había iniciado la ingesta de fármacos y marihuana empujada por distintas dificultades en su vida, lo que la llevó a ser hospitalizada por los excesos. Sufría de una depresión profunda.
En su rehabilitación, Yaritza recuerda haber construido un mundo de mentiras para sostener el consumo. “Engañaba a mi mamá para conseguir dinero para comprar pastillas o marihuana. Inventaba eventos, completadas o materiales para el colegio como forma de conseguir algo de dinero para luego hacer la cimarra, para ir a consumir y olvidar mis problemas”, dijo hace unos años, cuando egresó del Programa Residencial Mapumalén. Fue su madre también quien la acompañó en el camino de la recuperación.
Repitió de curso y tenía mala conducta, lo que derivó en que finalmente la expulsaran. “Me portaba pésimo en el liceo, andaba con tanta rabia adentro. Al final, me echaron porque repetí dos veces, esa fue la gota que rebalsó el vaso, ya no tenía dónde estar”.
No encontraba un liceo que la acogiera y apoyara como ella necesitaba, así que no tenía ganas de continuar con sus estudios. En eso, encontró a Súmate y se integró al colegio Padre Álvaro Lavín. Yaritza sabe que son pocos los espacios terapéuticos para jóvenes como ella, por eso encontró un espacio importante en Mapulén. Gracias al acompañamiento de su madre, de la institución y a sus propios esfuerzos para dejar atrás su adicción, logró egresar de cuarto medio. “Se puede y yo soy un buen ejemplo”, dice.