Tawakkul Karman es el símbolo de los derechos de las mujeres en el mundo árabe. Fundadora de Mujeres sin cadena, la feminista, periodista y política yemení lideró la rebelión pacífica de la Primavera Árabe contra el régimen de Ali Abdullah Saleh, llevándola a vivir en el exilio desde que estalló la guerra civil en su país. El 2011 fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz por “su lucha no violenta por la seguridad y derechos de las mujeres para la participación completa de la paz”.
Karman nació en Yemén, y creció en la ciudad de Taiz. Hija de un político y abogado, perteneció a una familia conservadora e intelectual con una hermana poeta y otra periodista. Estudió en la Universidad de Ciencia y Tecnología, y Universidad de Sana’a, donde obtuvo los títulos de Comercio y Ciencias Políticas respectivamente. Posteriormente hizo un doctora de Derecho Internacional en Canadá.
El 2005 co-fundó el grupo “Mujeres periodistas sin cadena” -también conocido como Women Journalists Without Chains (WJWC)- con el objetivo de promover los derechos humanos “particularmente la libertad de opinión, expresión y derechos democráticos”. Comenzó una protesta por la libertad de expresión luego que el 2007 protagonizara un escándalo con una telefónica y el Ministerio de Información. Este episodio gatillo pacíficas protestas semanales con la intención de empujar una reforma que solucionara las problemáticas.
A sus 32 años, Karman se convirtió en la primera mujer árabe en recibir el Premio Nobel del 2011, y además (en ese momento) la persona más joven en obtener este reconocimiento internacional (luego tres años después el récord fue para Malala Yousafzai de 17 años). El premio fue compartido junto a otras dos mujeres Ellen Johnson Sirleaf y Leymah Gbowee.
Su voz se ha hecho escuchar en la política de su país, llegando integrar el partido político Congregación Yemení por la Reforma. Casada y madre de tres hijos, la activista ha inspirado a otras mujeres árabes a luchar por sus derechos, incluso ha tenido que enfrentar un atentando, amenazas de muerte y acosos por parte de las autoridades de su país. Nada ha impedido que la líder de “Mujeres periodistas sin cadena” continúe luchando por los derechos humanos. “No podemos construir nuestro país o ninguno alrededor del mundo sin paz”, ha dicho.