Es considerada una de las pioneras de la electrónica; en los años 70, cuando el mundo de las perrillas recién tomaba forma, Suzanne Ciani creaba nuevos sonidos. Y siendo que el género siempre ha sido un club de hombres, ella creó su propia empresa para exitosos trabajos publicitarios, pero además montó su propio sello para sus composiciones artísticas.
Cuando tenía siete años, su madre llegó a la casa con unos discos de música clásica. Suzanne entró en trance con Bach y Mozart, y comenzó a aprender a leer música y a tocar piano de manera autodidacta. Cuando creció estudió composición en la universidad. En 1970, mientras hacía estudios de postgrado en Berkley conoció al diseñador de sintetizadores Don Buchla, quien había creado una máquina musical con su apellido. La Buchla sería la nueva compañera de la pianista. Pero la electrónica aún era vista como una rareza.
De hecho, ya que nadie tomaba en cuenta sus trabajo con la Buchla, que Suzanne entró al mundo de la publicidad. Armó su propia empresa de producción y edición de audio, y comenzó a trabajar con marcas como Coca-Cola -ella inventó el sonido de la botella abriéndose y burbujeando-, Atari y más. Fue además la primera mujer en componer el soundtrack de una película de Hollywood, para The incredible shrinking woman, de 1981.
Tras una década trabajando exclusivamente con la Buchla, Cianni volvió al piano, dando un paso al mundo de los sonidos New Age. En 1982 lanzó su primer disco, Seven Waves, el cual fue un éxito en Japón y luego pasó a Norteamérica. Vinieron más discos, algunos nominados al premio Grammy.
Entonces Suzanne fue diagnosticada de cáncer de mamas. Decidió cambiar su estilo de vida y retomar las riendas de música, creando su propio sello discográfico, Seven Waves. Vive en California donde tiene su estudio.
En los últimos años ha habido un renovado interés en su figura, con la reedición de sus trabajos en Buchla de los años 70 y con un documental, A life in waves, que se estrena en Chile en el Festival In-Edit.