La noche del jueves, a los 89 años, murió Simone Veil, una de las figuras más importantes de la política francesa en las últimas décadas. Fue una sobreviviente del holocausto y luego impulsora de la ley que despenalizó el aborto en Francia en 1974. Hasta sus adversarios le reconocieron su integridad y su estatus de luchadora implacable. En su vida acumuló una importante autoridad moral que le otorgó un lugar de respeto en la historia de la república francesa. El presidente Emmanuel Macron afirmó que Veil encarnó los valores más elevados y lo mejor de Francia.
Nació en Niza en 1927 en una familia judía, los Jacob. En 1944, soldados franceses y alemanes, la subieron a ella y a los suyos a un tren con rumbo a Auschwitz. En 1945 cuando los aliados liberaron los campos de concentración, Simone tuvo que caminar junto a su madre y su hermana hasta Bergen-Belsen. Su madre no lo logró, su padre y su hermano tampoco sobrevivieron. En recuerdo, ella nunca quiso borrarse de el número que le tatuaron en el campo de exterminio.
De vuelta en Francia, se graduó en la escuela universitaria Sciences-P, se casó con Antoine Veil, tuvo tres hijos e trabajó en el ámbito judicial. Durante la guerra de Argelia abogó por los derechos humanos de los prisioneros argelinos. En 1969 se convirtió en miembro del gabinete del Ministerio de Justicia y luego fue elegida secretaria general del Consejo Superior de la Magistratura.
En 1974 el presidente Valéry Giscard d’Estaing y el primer ministro Jacques Chirac le asignaron el desafío de aprobar una ley para la interrupción voluntaria del embarazo. Veil asumió entonces la lucha por el aborto, lo cual le significó resistir múltiples ataques políticos. Durante la discusión de la ley en la Asamblea Nacional el diputado conservador Jean-Marie Daillet habló de los fetos arrojados al “horno crematorio”, en alusión al holocausto. Veil ni chistó.
“No podemos seguir cerrando los ojos ante los 300.000 abortos que, cada año, mutilan a las mujeres de este país, que ofenden nuestras leyes y humillan a aquellas que los padecen”, dijo Simone Veil en un histórico discurso mientras cientos de personas se manifestaban a las afueras del parlamento. Finalmente, tras tres días de acalorada discusión y votación, se aprobó la ley de aborto.
En 1979 fue la primera Presidenta del Parlamento Europeo elegida de forma directa. A principios de los 90 volvió al gobierno francés como ministra de Justicia. Luego se fue alejando de la política y dedicándose a su trabajo en el Consejo Constitucional y a la presidencia de la Fundación para la Memoria del Holocausto. Sus últimos años estuvieron consagrados al recuerdo de quiénes perdieron la vida en el holocausto. Políticos e instituciones homenajearon a Simone Veil transversalmente.