Desde la revolución islámica en Irán, en 1976, que las mujeres ya no pueden andar con su cabeza descubierta, sino que con el pañuelo llamado hijab. Aunque antes de eso podían usar ropa occidental, o la que quisieran, desde entonces el régimen teocrático ha limitado sus libertades, partiendo por sus cabellos. Shaparak Shajarizadeh es una de las mujeres activistas que ve en la hijab el símbolo de la represión de su país con las mujeres, y por su lucha fue encarcelada varias veces.
Shaparak ha contado que ella se consideraba una mujer normal, casada con un hijo, que mantenía una vida sin sobresaltos, pero admiraba a las mujeres que alzaban la voz. Cuando vio que comenzaban movimientos de protesta a través de las redes sociales, como el llamado a usar blanco -prohibido para mujeres- o a sacarse la hijab, se unió también. Fue en 2018 en una protesta en Teherán que fue apresada por primera vez, golpeada en la cárcel y acosada por la policía. Vendrían dos arrestos más, uno con su marido, donde Shaparak vio la vulneración de derechos de muchas mujeres como ella que eran encarceladas y maltratadas.
Cuando se ordenó su arresto por dos años, Shaparak huyó a Turquía, donde logró reunirse con su hijo y luego pidió asilo en Canadá. Desde ahí sigue alzando la voz en contra de los abusos de Irán con las mujeres, y abogando por la libertad de su cabeza descubierta, entre otras cosas. Shaparak recuerda al mundo en entrevistas que en Irán las mujeres no pueden solicitar la custodia de sus hijos si se divorcian, que no pueden viajar o estudiar sin la aprobación de sus maridos.
Fue elegida como una de las cien mujeres más influyentes por la BBC, y en 2020 recibió el premio Internacional de Derechos de la Mujer en la convención de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra.