Sanadora y maestra de masaje lomi-lomi, Morrnah Simeona viajó por el mundo compartiendo su “adaptación” de la filosofía de vida hawaiana conocida como ho’oponopono. Líder espiritual y cuidadora de su comunidad, se dedicó a propiciar la armonía y equilibrio entre el mundo interno y externo.
Perteneciente a una familia nativa de Hawai e hija de Lilia, una de las últimas Kahuna laʻau kahea o sacerdotisa que sana con cantos y palabras, Morrnah tenía tres años cuando una kahuna la eligió para transmitirle el don de curar a las personas. A medida que fue creciendo le enseñaron esta antigua tradición de forma oral.
Estudió anatomía e imposición de manos, se hizo experta en masaje lomi-lomi. Durante diez años tuvo y administró spas en hoteles de lujo donde practicó y enseñó esta técnica curativa. A su vez, como kahuna, estuvo involucrada en todos los aspectos de la vida de su comunidad.
Resolvió conflictos. Remedió enfermedades mentales, físicas y espirituales. Si un padecimiento no podía ser resuelto con hierbas, masajes o cánticos, se consideraba que esa enfermedad representaba un desequilibrio de todo el grupo. En ese caso, el método ancestral ho’oponopono era necesario.
Se cree que mediante el perdón y la reconciliación es posible “corregir el error” curando así a toda la familia. La manera tradicional requería que todas las parientes asistieran al rito. Ante la presencia de una moderadora, cada miembro tenía la oportunidad de pedir perdón a las demás.
Al ver la dificultad de reunir a ciertos parientes, Morrnah decidió modificar un poco los pasos originales. Señaló, por ejemplo, que a través de la repetición de las palabras “lo siento, perdón, te amo, gracias” una podía conectarse con su propia luz interior logrando así recuperar el equilibrio y armonía. A los 67 años, se presentó en la Convención Mundial Huna en Ponolu’u, Hawai. La siguiente década dio conferencias y seminarios en varios países del mundo. Hizo clases en universidades, fundaciones y centros terapéuticos. Morrnah fue reconocida oficialmente como Kahuna Lapa’au y nombrada Tesoro Viviente de Hawái en 1983.