Maria da Penha es una biofarmacéutica brasileña y activista de género que ha luchado por la visibilización de la violencia doméstica y la condena de agresores.
En 1983 su marido la dejó parapléjica a causa de un disparo. Dada la falta de redes de apoyo y la burocracia del sistema, al salir de su estado de gravedad volvió a su hogar con el agresor, quien nuevamente atentó contra su vida. Pese a los antecedentes, la detención del hombre no sucedió hasta 19 años después. Su caso fue el reflejo de la impunidad que existe hacia los agresores. Fueron estos fallos judiciales, la falta de protección y de garantías de derechos para las mujeres lo que motivó a María a trabajar en pro de las víctimas y de un sistema de justicia con perspectiva de género, posicionándose como símbolo de lucha por una vida libre de violencia.
La demora en la sentencia llevó a que su caso se presentara ante el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y en el Comité Latinoamericano para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM). Estos organismos internacionales apelaron al Estado y su falta de competencias para combatir y erradicar este fenómeno.
Finalmente, en el 2001 el Estado fue declarado negligente en el caso y en la lucha contra la violencia doméstica. Cinco años más tarde se promulgaría la Ley 11.340 Maria da Penha, que lleva el nombre de la activista como forma de reparación simbólica. La legislación busca reconocer “el derecho de todas las mujeres a vivir una vida sin violencia y considera este tipo de agresión como un atentado a los derechos de las mujeres”, según destaca el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.
Actualmente, María continúa contando su historia y trabajando por las diversas garantías de protección. En 2009 creó el Instituto Maria da Penha que busca garantizar la aplicación del estatuto y promover el desarrollo de políticas públicas que contribuyan a una vida libre de violencia intrafamiliar y doméstica.