La primera arquitecta austríaca, Margarete Schütte-Lihotzky, proyectó viviendas sociales, guarderías y escuelas para mejorar las condiciones de vida de las personas. Defendió los derechos de las mujeres y fue parte de la resistencia al nazismo. Ejerció su profesión por casi 80 años y creó la famosa «Cocina de Frankfurt».
Perteneciente a una familia acomodada y liberal, después de terminar el colegio tuvo clases de pintura, estudió artes gráficas y luego, gracias a que su mamá le pidió una carta de recomendación a su amigo Gustav Klimt, ingresó a la Academia de Artes y Oficios de Viena.
Trabajó en la Secretaría de Vivienda de Viena con Adolf Loos, arquitecto austríaco precursor de los movimientos arquitectónicos vanguardistas en Europa. Proyectaron viviendas sociales y equipamientos domésticos.
En 1926, el arquitecto alemán Ernst May, consejero de urbanismo municipal en Frankfurt, la invitó a trabajar con él. Con el objetivo de construir un «Nuevo Frankfurt» para las clases obreras le encargaron diseñar las cocinas de las viviendas. La «Cocina de Frankfurt» fue pensada para facilitar la vida de las mujeres y que pudieran tener más tiempo libre.
Más tarde Ernst la reclutó a ella y a su esposo, también arquitecto, para un proyecto de viviendas en la URSS. Realizó viajes de estudio y dio conferencias en Japón y China. En 1938 emigraron a Turquía. Ella se afilió al Partido Comunista, se unió a la resistencia austríaca contra el nazismo y regresó a su país para luchar. A los pocos días la apresaron. Pasó cinco años en la cárcel.
Después de la guerra trabajó en distintos países. Publicó ensayos de arquitectura y sus memorias de la resistencia. Cofundó la Unión de Mujeres Democráticas para reivindicar los derechos de las mujeres. Recibió la Condecoración de Honor por los Servicios a la Liberación de Austria, la “Medalla Joliot Curie” del Consejo Mundial de la Paz y la Cruz de Honor de oro, máximo reconocimiento austríaco.