Lideresa de las “Heroínas de La Coronilla”, la revolucionaria boliviana Manuela Gandarillas luchó por la independencia de su país. Pese a su ceguera, a los 60 años se enfrentó al ejército realista para defender su ciudad. Se cuenta que previo al combate exclamó: “Si ya no hay hombres, aquí estamos nosotras para afrontar al enemigo y morir por la Patria”.
Creció en lo que hoy conocemos como Cochabamba y fue la única mujer de once hermanos. Su papá, un aristócrata precursor de la independencia boliviana, desde niña le enseñó a usar el sable y la espada. En su hogar escuchó conversaciones políticas y reuniones donde patriotas organizaron conspiraciones contra la autoridad española; su padre y un hermano murieron fusilados.
Casada y con cuatro hijos, prestó su casa para reuniones secretas. Impulsó ideales libertarios y abogó por los derechos de las mujeres. Por sus conocimientos, experiencias y enseñanzas fue considerada como una sabia consejera. Muchas mujeres acudían a ella en búsqueda de orientación.
Un grupo de patriotas dio inició a la Revolución de Cochabamba en 1810. Dos años después, tras ser atacados por el ejército realista comandado por el General José Manuel de Goyeneche, el gobernador Joaquín Mariano de Antezana llamó al pueblo a rendirse. Pese a haberse quedado ciega a causa de la diabetes, Manuela se negó a negociar y subió a su caballo dispuesta a luchar.
Lideró a las “Heroínas de la Coronilla”: dicen que más de 300 mujeres armadas de machetes, mazos, algunos fusiles y tres cañones se atrincheraron en la Colina de San Sebastián, lugar conocido como La Coronilla, donde los soldados las acribillaron en una batalla que duró más de tres horas. Manuela, tras ser herida en el pecho por Goyeneche, tomó la sangre que le brotaba y se la arrojó en la cara antes de caer muerta.
Por su valentía y coraje, en su memoria se erigió un monumento en Cochabamba y en reconocimiento de su valor, cada 27 de mayo se celebra el día de la madre en Bolivia.