Malala Yousafzai estaba en un bus camino al colegio. Era el año 2012 y la joven de 15 años llevaba un tiempo llamando la atención con un blog dónde contaba su experiencia siendo mujer bajo el régimen talibán. Un hombre subió al bus que trasladaba a la joven paquistaní y a sus compañeros, y le disparó a Malala en la cabeza. La bala entró por el lado y pasó al cuello. Yousafzai fue trasladada a un hospital militar en Gran Bretaña, donde estuvo en coma inducido y donde, una vez despierta, debió rehabilitar parte de su rostro paralizado. Recién cuatro meses después fue dada de alta, sin daño cerebral. Desde entonces ha convertido en activista y su vida es una lucha para que las niñas como ella puedan educarse en el mundo; es la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz. Todo esto, antes de cumplir los 20 años.
Nació en el distrito de Swat, en el noroeste de Pakistán. Su padre, Ziauddin, dirigía un colegio en la región y fomentaba que su hija se educara. Pero los Talibanes tomaron el mando del país, evitando que niñas como Malala fueran al colegio. Ella, a los 12 años, comenzó a contar en un blog lo que significaba ser mujer en un lugar donde los talibanes iban avanzando en control y en restricciones para el género, además de contar su interés por estudiar. El blog era publicado por la BBC bajo un seudónimo. A fines del 2009 el New York Times hizo un documental sobre su activismo y el nombre de Malala se liberó. El régimen talibán pidió su cabeza, y la de su padre.
Pero el fenómeno era imparable; Malala Yousafazi era conocida en todo el mundo y recibía honores internacionales, como la nominación al Premio de la Paz de los niños, entregado por Desmond Tutu. Luego vino el atentado, la rehabilitación, y con Malala instalada fuera de Paquistán como sobreviviente y símbolo, se volvió más imparable y determinada que antes.
Creó el Malala Fund, que reúne fondos para promover la educación de las jóvenes, desde 2015 tiene su propio colegio para niñas en la frontera Siria. A cinco años del atentado, celebró yendo a su primer día de clases en la universidad de Oxford.
Al recibir el honor de la Academia Sueca en 2014 –con sólo 17 años- Malala dijo: “Cuento mi historia no porque es única, sino porque no lo es. Es la historia de muchas niñas”, recordando que en el mundo, ya sea por conflictos, por pobreza o por motivos religiosos, hay 66 millones de mujeres que no reciben educación.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas y podcast.