Leonor Fini fue una artista y pintora argentina referente del surrealismo; irrumpió en la esfera artística con una mirada rupturista, ajena a los cánones sociales y de género.
Nacida en Buenos Aries, Leonor se formó artísticamente a través de bibliotecas y visitas a museos. En la década de 1930 se mudó a Francia, lugar en el que entabló amistad con artistas del surrealismo. Fini se adentró en esta vanguardia, pero jamás se sumó formalmente al movimiento. Al cabo de unos años comenzaría a exponer sus obras, siempre siendo considerada una artista rebelde. Buscó su propio estilo y creatividad más allá de la mirada masculina que primaba en el grupo.
La artista dio vuelco a la figura de la mujer dentro del surrealismo, llevándola más allá de su rol de musa. Así, buscó terminar con el paradigma y la imagen social atribuida al género, desarrollando elementos como el erotismo, posicionándola
s como dominantes, sabias y lujuriosas. Al contrario, las figuras masculinas eran asociadas con el proteccionismo o la mirada objetualizada.
Además, la identidad de género y la androginia fue un elemento protagónico en sus obras, las que sentaban sus bases en las estéticas surrealistas, pero incluían elementos del mundo onírico y el arte figurativo, con presencia de figura mitológicas con las que buscó empoderar a la mujer.
La artista desarrolló una carrera multifacética y transversal materializado en pinturas, ilustraciones para libros (entre ellas “La Tempestad” de Shakespeare, y “Julieta” de Sade), escenografías para teatro, ballet y cine, dibujos, vestuarios y máscaras, y objetos decorativos.
Con una vida versátil, caracterizada por su vestimenta excéntrica y un apartamento lleno de gatos persas, la artista mantuvo una relación poliamorosa la mayor parte de su vida, siendo fiel a este sentido libertario que tomó como principio de vida y que plasmó en sus obras.