En un país donde los nombres de las mujeres no pueden ser dichos de forma pública, la afgana Laleh Osmani cofundó la campaña #WhereIsMyName para reivindicar el derecho a tener una identidad propia.
El solo hecho de pronunciar el nombre de una mujer en Afganistán se relaciona con la vergüenza y el deshonor familiar. Las mujeres solo son denominadas según su relación con los hombres: la hija, la mujer, la madre de. Ni en documentos oficiales, ni en su propia tumba el nombre de una mujer existe. Cuando nace un niño o niña solo aparece el nombre del padre en el certificado de nacimiento.
Así Laleh Osmani, junto a Tahmineh Rashig crearon en 2017 la campaña social #WhereIsMyName con el fin de cuestionar la tradición de el anonimato histórico de las mujeres. Osmany, graduada de derecho islámico de la Universidad de Herat, cree que tener un nombre en lo público es uno de los derechos fundamentales que las mujeres deben tener en Afganistán y así tener una voz identificable para defender sus derechos en una sociedad que se caracteriza por acallar la presencia de las mujeres.
La campaña que se difundió de forma virtual, encontró apoyo no solo en jóvenes activistas, sino que en celebridades afganas como el productor musical Farhad Darya y la cantante Aryana Sayeed. Incluso miembros del gobierno de entonces, apoyaron la campaña dando a conocer la identidad de las mujeres en su familia en redes sociales. También hubo detractores entre quienes defienden los valores tradicionales afganos y siguen postulando que nombrar a una mujer es un deshonor familiar, por lo que la propia Laleh recibió amenazas de muerte por la creación de #WhereIsMyName y fue desprestigiada públicamente por sectores más tradicionales del país.
La campaña incluso había motivado al gobierno a revisar la ley de registro civil en 2020 para que en las identificaciones y certificados de los recién nacidos el nombre de la madre apareciese. Sin embargo con la llegada de los talibanes en 2021, todos los esfuerzos de mujeres por hacer valer sus derechos fundamentales se vieron disminuidos ante un regimen donde las mujeres deben permanecer lejos de lo público y en obediencia a los hombres.