Es reconocida como una de las mejores soprano del mundo hoy, una nueva María Callas; su triunfo en los escenarios viene tras una vida de esfuerzo y superación, luego de que a los 18 años llegó a Italia como inmigrante desde Albania, recibió rechazo y discriminación, pero nunca dejó ir su mayor sueño, convertirse en cantante lírica.
Jaho es hija de una profesora y un militar, y desde muy pequeña supo que lo suyo era la música; a los 14 años vio una presentación de La Traviata, y se decidió a ser cantante de ópera. Comenzó a estudiar en academias en Tirana, en su Albania natal, mientras el país vivía un estricto régimen comunista. En 1993 ganó un concurso, y se pudo trasladar a continuar su entrenamiento profesional en Italia. Ahí, sin dinero, joven y fuera de su país, vivió la dura vida que tienen inmigrantes. Trabajaba cuidando niños y ancianos y tenía clases entre medio, subsitiendo a punta de concursos líricos y mucho trabajo duro. “Algunos días no tuve, literalmente, nada para comer. Sufrí las humillaciones mas inimaginables”, contó ella a El País de España. Pero no se rindió.
Siguió ganando competiciones de canto y siguió estudiando música, hasta que llegó el salto a la fama en una presentación en Londres; Anna Netrebko, la soprano oficial de la noche, cayó enferma, y Jaho la reemplazó como Violetta, la protagonista de La Traviata. Su interpretación, como ya es su sello, está llena de pasión y emociones, dejando todo en el escenario; las de Jaho son catarsis líricas que conmueven al público. Hoy ya lleva más de 250 interpretaciones de La Traviata en el cuerpo, además de otros roles como Madame Butterfly. Se ha presentado en la Royal Opera de Londres, la MET de Nueva York y más.
“No cantaría así de no haber pasado lo que pasé”, ha contado ella.