Hacia 1813, el final de las guerras napoleónicas era cuestión de tiempo. Francia mantenía un bloqueo comercial a Rusia, pero las botellas de espumante entraban de contrabando. Veuve Clicquot –o la viuda Clicquot- quería ser la primera presencia en Rusia cuando comenzaran las celebraciones.
Barbe Nicole Ponsardin nació cuando el fuego que encendió la revolución francesa ya estaba prendido, hija de un adinerado comerciante textil. Este la casó en 1798 con François, el hijo de otro exitoso comerciante de apellido Clicquot, para consolidar ambos negocios. El joven matrimonio se propuso hacer de un pequeño viñedo de la familia Clicquot un negocio rentable.
Inesperadamente, siete años después de su matrimonio, François murió. Barbe Nicole tenía 27 años. La joven convenció entonces a su suegro de no cerrar la viña. Además, lo persuadió para quedarse a cargo, algo impensado para una mujer en su época. Ella era astuta y decidió actuar con cautela. Comenzó a firmar todos los documentos como la viuda Clicquot Ponsardin, manteniendo el nombre de dos casas importantes de la región. A pesar que sus vinos no vendían, tomó la decisión de no sacrificar la calidad, ni de bajarle el precio.
Le costó que el negocio despegara, pero comenzó a ganarse favores en diversas cortes de Europa. También planificó con éxito movidas comerciales osadas, como la que la llevó a ser la primera presencia en Rusia al caer el embargo. Todo esto la posicionó con el espumoso preferido del Zar, y el más requerido en Europa.
Era tan popular su vino, que no podía producirlo lo suficientemente rápido para cubrir la demanda. La viuda Clicquot encontró una manera de acelerar el proceso. Los espumosos comienzan con un vino tranquilo al que se le agrega levadura y azúcar para alimentarla. Esto causa una segunda fermentación, y un agradable efecto secundario: burbujas. Pero eventualmente la levadura muere y deja un depósito de sedimento en el fondo de la botella, que lentamente había que traspasar manualmente para eliminarlo. Todo cambió con una innovadora solución ideada por Madame Clicquot. En taburetes especialmente diseñados para el proceso, los vinos se ponían boca abajo y en un ángulo empinado. Había que rotarlos, pero la gravedad ayudaba a que los sedimentos se concentren en el cuello de la botella, donde eran más fáciles de eliminar y resultaba un vino transparente y de mejor presentación. Por varias décadas pudo mantener el secreto de su invención, y eso le dio una ventaja competitiva importante.
Hoy, su método es la norma para la elaboración de champagne.