Desde niña Vera miraba las estrellas con fascinación. Su padre era ingeniero eléctrico y la ayudó a construir un telescopio que fue su primer acercamiento al firmamento. En 1948 se graduó de Astronomía en la Universidad de Vassar y trató de seguir sus estudios en Princeton, pero no pudo porque en esos años la universidad no permitía que las mujeres accedieran a estudios de posgrado en astronomía. Finalmente fue admitida en la Universidad de Cornell donde cursó un master en Física y más adelante se doctoró en la Universidad de Georgetown.
La materia de estudio de Vera fue determinar si las galaxias están distribuidas uniformemente en el universo. Su conclusión fue que la distribución de las galaxias se concentraban en ciertas áreas y dejaban espacios vacíos en otras zonas. Quince años se demoró el mundo de la astronomía en atender esta investigación que hoy explica parte de la estructura del universo.
En 1964 comenzó a trabajar con Kent Ford en el estudio de la rotación de las estrellas y del gas en los discos de las galaxias espirales. Después de mucho observar a Andrómeda y de tomar en cuenta las investigaciones previas del astrónomo suizo Fritz Zwiky, Rubin y Ford anunciaron a la comunidad científica que la mitad de la masa contenida en las galaxias espirales no era visible ya que estaba en forma de “materia oscura”.
Este resultado fue recibido con escepticismo pero luego fue ampliamente corroborado. Desde 1978, Vera y su equipo han observado unas 200 galaxias y han calculado que aproximadamente el 90% de la materia del Universo es “materia “oscura”, es decir no visible pero detectable por el efecto gravitacional que produce.
Además de estudiar e investigar, Vera formó una familia y tuvo cuatro hijos que siguieron sus pasos científicos. Sus padres y su marido fueron fundamentales durante sus años de estudio; su marido la acompañaba a clases nocturnas mientras sus padres cuidaban a los niños. Su hija Judith Young se convirtió en Doctora en Física y es co-autora de varios de sus artículos formando una dupla madre-hija del mundo académico.
Vera Rubin murió a sus 88 años, y seguía mirando las estrellas, descubriendo la oscuridad entre las luces. Ha sido nombrada Doctora Honoris Causa de muchas universidades, incluyendo a Harvard y Yale. Actualmente, es astrónoma investigadora en la Carnegie Institution de Washington y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.