Se hizo conocida como una de las participantes del hiper popular reality de cocina The Great British Bake Off, un hit en Gran Bretaña. Tenía talento, y aunque se hizo famosa por llorar bastante en pantalla, logró un seguimiento de culto, y hoy ya ha publicado dos libros de cocina. El último se llama Flavour: Eat what you love, y es el centro de su filosofía en la cocina: que la comida debería ser rica, sabrosa, querendona, y que el nuevo movimiento de comida “limpia”, con sus aceites de coco o su falta de gluten, está afectando a las jóvenes que se sienten culpables por meterse comida a la boca, y le quita el gozo al acto de sentarse y compartir el pan. Tandoh, quien sufrió de desordenes alimenticios cuando crecía, se ha convertido en una activista de lo saludable que es comer rico.
Ruby Tandoh creció en Essex, con tres hermanos, y su padre trabajaba para el correo y su madre en un colegio. Ella ha contado que no había mucho dinero, por lo que más comían eran sopas y estofados, ollas que multiplicaran la cantidad de comida, y muchas veces vegetariano, por ser más barato. De adolescente comenzó a contar calorías y se entusiasmó por la nueva corriente del “Wellness” en la cocina: comer limpio, cortar huevos, carne, pescado, comer sólo vegetales, y contaba calorías todo el tiempo, para ver si subía o bajaba de peso, y algunas veces la enfermedad se transformó en bulimia.
Así que hoy, sanada y con un gran talento para cocinar, ha dedicado su fama a defender que se puede comer de todo, en porciones decentes, y que si logramos una cultura de mayor aceptación en peso y de mayor interés por ingredientes y su uso correcto, cada uno va graduando la ingesta, sin necesidad de cortar de raíz ingredientes. Tandoh escribió un ensayo para Vice el año pasado con sus postulados, que causó una pequeña revolución en Gran Bretaña, donde los libros más vendidos de cocina apuntaban a comer limpio, higienista, vegano o así. “El wellness no causa los desórdenes alimenticios”, escribió la joven cocinera. “Pero cuando defendemos, e incluso insistimos, en una dieta tan restrictiva, moralizante e inflexible y se lo vendemos a las jóvenes, para luego vestirlo como autocuidado; ¿cuán irresponsable es eso? Cuando yo me volqué al wellness, me dio los medios para racionalizar mis inseguridades con la comida, maquillar mis miedos con lo respetable que es preocuparse por la salud. Mi enfermedad estaba escondida a plena vista, y se volvió algo que me enorgullecía”. El remedio: comer rico.
Hoy, además de sus libros de cocina y apariciones en prensa, le suelen pedir columnas de diarios como The Guardian o revistas femeninas para hablar de trastornos alimenticios, y feminismo, ya que también es una orgullosa vocera joven por el espacio de las mujeres en la sociedad.