Aunque para entonces ya eran considerados animales inteligentes, nadie había sido capaz de estudiar de cerca a los chimpancés. Nadie podía acercarse sin asustarlos, nadie había dedicado tanto tiempo a observarlos. Eso, claro, hasta que una joven inglesa de 26 años, delgada y de hablar calmado, llegó en 1960 al Parque Nacional Gombe Stream en Tanzania, armada sólo con unos binoculares y una libreta de anotaciones. No tenía mayor formación científica, pero tenía paciencia y mucha. Así fue como Jane Goodall comenzó un trabajo de décadas observando los chimpancés, el cual la convirtió en primatóloga, antropóloga y activista por los derechos de los animales.
Jane Goodall siempre tuvo África en la mira, apenas salió del colegio comenzó a trabajar de secretaria y asistente, hasta que recibió la invitación de una amiga de la familia para ir a Kenia. Trabajó incansablemente hasta conseguir los medios para llegar hasta su ansiada África. Fue en Kenia donde conoció al antropólogo Louis Leakey quien la contrató de asistente y comenzó a incluirla en diversos estudios. Leakey la animó a adentrarse en lo salvaje y a observar a los chimpancés, esperando que sus conclusiones aportaran información sobre la evolución humana. Existía solo un problema: era mujer. Siendo principios de los 60, antes de que la revolución femenina llegara, la comunidad científica no recibió muy bien el que una jovencita veinteañera se adentrara sola en la selva y menos que no tuviera estudios formales de ciencia. Eventualmente se le permitió viajar a condición de que fuera acompañada de su madre y un guía.
Goodall sabía que no podía simplemente instalarse cerca de los chimpancés sin que estos huyeran. Optó por ganar su confianza de formas hasta el momento poco ortodoxas en la ciencia. Encontró un punto alto desde donde observarlos con binoculares y todos los días se acercaba al mismo lugar para que ellos pudieran verla. Así se acostumbraron a su presencia. Jane Goodall comenzó a tener una cercanía inédita con los animales, y pudo descubrir comportamientos. Hasta entonces, por ejemplo, se creía que los chimpancés eran herbívoros, pero Jane los observó comiendo carne de pequeños animales. El descubrimiento más importante llegó en noviembre de 1960: Goodall observó cómo uno de los chimpancés usaba una hoja para sacar termitas desde un montículo en la tierra: era la primera vez que se observaba a un animal usando una herramienta, ya que hasta entonces se creía que los humanos eran la única especie animal en crear y ayudarse con objetos. Este descubrimiento es una de las piezas fundamentales del estudio evolutivo del siglo XX. Goodall fue la prima en ponerles nombres a los chimpancés, algo que fue criticado en la comunidad científica pero que representa bien el espíritu de su metodología.
Desde entonces Goodall, quien pudo obtener un doctorado sin necesidad de una maestría previa, se ha transformado en una líder de la comunidad científica y del activismo animal. Lleva décadas de estudio con chimpancés, entrando y saliendo de la selva para viajar por el mundo y dar a conocer sus descubrimientos. Ha sido objeto de varios documentales y tiene decenas de títulos honoríficos, como el Premio Príncipe de Asturias en España, la Legión de honor en Francia y el título de dama del imperio británico. Sus hallazgos han entregado información valiosa sobre las interacciones sociales y familiares de esta especie y han ayudado también a entender mejor a los seres humanos.
* Esta bacana es parte de nuestro libro Mujeres Bacanas.