Desafiando el veto a la practica y competencia de sumo femenino, la japonesa Hiyori Kon está determinada en lograr que las mujeres puedan competir profesionalmente en su país.
Desde niña nadie le ganaba y en la universidad de Ritsumeikan en Kyoto fue la tercera mujer en unirse al club de sumo. Fue estudiando que comenzó a interesarse por los temas de género y descubrió que en Japón no habían suficientes mujeres luchando por un cambio radical en la equidad de género, y en especial en su deporte preferido: el sumo. Éste es considerado un arte de origen sintoísta, deporte nacional en Japón que es practicado por niños y niñas, sin embargo solo los niños pueden aspirar a convertirse en luchadores profesionales, y las niñas por lo general lo dejan tras la escuela básica. Además las mujeres han sido consideradas como impuras por su menstruación por lo que no pueden tocar el ring o dohyo, lo que les impide participar de cualquier campeonato profesional en su país, solo en amateurs.
Pero Hiyori de 21 años, junto a sus compañeras de equipo están determinadas en pelear porque las mujeres sean reconocidas por la Asociación de Sumo del Japón, por lo que siguen compitiendo de manera profesional en el extranjero y de forma amateur. Hiyori obtuvo el segundo lugar en el Peso Abierto este año en la Federación Internacional de Sumo, que organiza torneos amateurs para mujeres de todo el mundo.
Mientras se prepara para el Campeonato Mundial de Sumo en Taiwán, Hiyori luchará contra la tradición para que el sumo sea un deporte Olímpico, el cual actualmente no lo es por el veto que impone a las mujeres en las competencias profesionales. La historia de esta prodigio del deporte japonés se puede ver en el corto documental Little Miss Sumo en Netflix.