Gerda Westendorp fue la primera mujer en ser admitida en la Facultad de Medicina y estudiar en la Universidad Nacional de Colombia. Sin embargo, se retiró después de cursar el primer año para especializarse en Filología e Idiomas en la misma institución, por lo que gran parte de su vida ejerció como docente de alemán.
Su padre -de nacionalidad alemana- murió cuando ella tenía cuatro años; su madre -colombiana- se volvió a casar con Calixto Torres, médico cirujano y pediatra con quien tuvo dos hijos. Uno de sus hermanos, Camilo Torres, fue un reconocido sacerdote católico, pionero de la Teología de la Liberación e influenciador en el pensamiento y vida de Gerda.
El 10 de diciembre de 1934, un año antes de que entrara a la universidad, se presentó en el Congreso de la República de Colombia un proyecto de ley para que las mujeres pudieran formarse académicamente en igualdad de condiciones que los hombres. Pese a las discrepancias la ley fue aprobada, permitiendo que se eliminaran creencias sobre su inferioridad intelectual.
Su nieta, Ana María Pradilla, cuenta que el primer día de clases de Gerda unos 300 hombres la esperaban. “Ella empezaba a ponerse colorada sólo por pensar en no ponerse colorada”. Narra que se sintió avergonzada hasta que pensó que todos en esa sala de clases eran iguales y que tan pronto llegó el profesor dijo: “Tengo entendido que por primera vez hay entre nosotros una señorita”. Al instante le pidió a un estudiante de la primera fila que se levantara y anunció: “De aquí en adelante este puesto será respetado y de preferencia para ella”.
Gerda marcó un precedente y alentó a muchas a empoderarse e ingresar a la universidad. Pese a que la discusión de la época giraba en torno a si ellas tenían que entrar a carreras que se consideraban menores o no, en 1936 se acogió la reforma constitucional que les dio todas la libertad para estudiar.