“Cuando me toma en sus brazos / Cuando me habla suavemente / Veo la vida en rosa”, dice una de las estrofas de la inolvidable canción de Edith Piaf: “La vie en rose”. Cantante y compositora, actriz de cine y de teatro, murió a los 48 años a causa de un cáncer hepático.
Proveniente de una familia pobre parisina nació en la calle durante la Primera Guerra, luego de que su papá, un acróbata llamado Louis Gassion, abandonara a su mamá, una cantante ambulante llamada Annetta Maillard, en pleno trabajo de parto para celebrar el nacimiento de su hija emborrachándose. Su madre no pudo hacerse cargo de ella. Vivió con su abuela materna hasta los cinco años.
A esa edad Gassion la llevó a vivir con él en un circo itinerante. Edith empezó a cantar para “no suicidarse”, dijo en una entrevista, presentándose en las esquinas de la ciudad. A los 14 años se independizó de su padre para ser cantante. A los 17 se enamoró de Louis Dupont y tuvo a su única hija, Marcelle, la que a los dos años murió de meningitis.
La descubrió Louis Leplée, propietario del cabaret Le Gerny’s. La apodó “Le Môme Piaf”. Tras “recuperarse” del duelo firmó un contrato con el sello Polydor y grabó su primer disco en 1936: “Les Mômes de la cloche”. Después de que Leplée fuera asesinado, tuvo que volver a la calle.
Se convirtió en cantante profesional del music hall. Hizo giras internacionales. Se enamoró del boxeador Marcel Cerdan quien murió en un accidente de avión. Hundida en una terrible depresión y con fibromialgia, se hizo adicta a la morfina, hasta que un día un joven Charles Dumont le presentó una canción que compuso para ella, lo que le ayudó a salir adelante.
En 1960 cantó por primera vez frente a un auditorio lleno “Non, je ne regrette rien”, transmitiendo a todos los presentes la profundidad de su sentimiento: “No, no me arrepiento de nada / Ni del bien que me hicieron / Ni el mal / No me importa”.