La activista indígena boliviana Domitila Barrios luchó contra la explotación laboral y lideró una organización que agrupó a las esposas de los mineros. Fue nominada para el Nobel de la Paz y recibió de manera póstuma la Orden del Cóndor de los Andes, la máxima condecoración que ofrece el Estado boliviano por servicios a la nación.
Nació en Catavi, Bolivia, cerca de la mina Siglo XX, y creció en Pulacayo, un distrito minero. Su papá era dirigente sindical indígena y se desempeñó como sastre para la policía minera luego de ser apresado en más de una oportunidad. Cuando tenía diez años murió su madre, por lo que Domitila se hizo cargo de sus cuatro hermanas.
En 1952 huyó de casa porque su padre y madrastra la maltrataban. Un policía civil la encontró golpeada en la calle; con el tiempo se casaron y se mudaron a Catavi donde él comenzó a trabajar como minero. Domitila se integró al Comité de Amas de Casa del Distrito Minero Siglo XX donde llegó a ser secretaria ejecutiva.
Sobrevivió a la masacre de las minas de San Juan en 1967 cuando el dictador René Barrientos envió un contingente militar para reprimir las protestas contra la explotación y los abusos de los empresarios. Mataron a decenas de hombres, mujeres y niños. Tras lo sucedido, fue detenida y las torturas le provocaron un aborto. Aun así continuó con su activismo.
En 1975 asistió como representante de Bolivia a la “Conferencia Mundial sobre la Mujer” realizada en México. Dos años después se unió a la huelga de hambre, iniciada por cuatro mujeres, que derrocó al dictador Hugo Banzer y logró la transición a la democracia. Domitila se convirtió en la primera mujer candidata a la vicepresidencia de su país como parte del Frente Revolucionario de Izquierda.
A partir de la década de 1980, después del golpe de estado encabezado por García Meza, se mudó a Cochabamba con sus hijos. Se dedicó a la formación política de las jóvenes de los barrios más empobrecidos, publicó folletos educativos y fundó la Escuela Móvil de Formación Sindical.