Arqueóloga, antropóloga y andinista científica argentina, Constanza Ceruti co-descubrió a las tres momias incas mejor conservadas de la historia. Incorporada como la miembro más joven de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, fue la primera mujer en recibir el premio Cóndor Dorado del Ejército Argentino, máximo galardón a la experiencia en alta montaña.
Se graduó como antropóloga de la Universidad de Buenos Aires con distinción máxima. Pese a que de niña sufrió de asma y tuvo que ocupar por años un corrector en la espalda debido a una desviación de su columna, comenzó sus primeras caminatas por las Sierras de Córdoba. Recorrió las montañas andinas desde Ecuador hasta la Patagonia, subió montes del Himalaya e hizo cimas en distintos lugares del mundo.
A los 26 años, con la intención de estudiar el sitio arqueológico más alto del planeta, co-dirigió una expedición en Salta, Argentina. Soportaron tormentas de granizo y vientos huracanados a 6.736 metros de altura. Sin siquiera esperarlo, en las cercanías del volcán Llullaillaco encontraron los cuerpos momificados de tres niños. Los “Niños del Llullaillaco”, como los nombraron, fueron sacrificados por los incas hace 500 años.
Doctorada con honores en la Universidad Nacional de Cuyo, es la primera arqueóloga especializada en arqueología de alta montaña. Trabaja como investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, es directora ad-honorem del Instituto de Investigaciones de Alta Montaña de la Universidad Católica de Salta y creadora de la cátedra de Montañas Sagradas.
En 2017, la galardonaron con la Medalla de Oro de la Sociedad Internacional de Mujeres Geógrafas por sus contribuciones a la arqueología de alta montaña y la antropología de montañas sagradas. Autora de una veintena de libros, su sueño es “fundar un centro de estudios de montañas sagradas, donde mi biblioteca esté a disposición de estudiantes, montañistas, docentes y de todos aquellos interesados en estos temas”, dijo en una entrevista.