A comienzos del siglo XX eran muy pocas las mujeres que podían o se les permitía dedicarse al arte; su mundo aún estaba confinado al espacio y la vida doméstica. Pero Celia Castro no sólo logró hacerse un nombre en el mundo del arte gracias a su talento, sino que se convirtió en la primera artista profesional en Chile.
Celia Castro nació en Valparaíso y fue en su ciudad natal donde conoció al pintor Manuel Antonio Caro. Fue él quien vio talento en las primeras pinturas de la joven y le recomendó irse a la capital para su educación formal como artista. Celia Castro hizo eso mismo, y estuvo bajo el tutelaje de dos pintores importantes de la época: primero Pedro Ohlsen y luego con el muy famoso Pedro Lira. Trabajando el óleo para retratar paisajes, retratos y naturalezas muertas, Celia Castro se transformó en una de las herederas profesionales más importantes de Lira, con quien viajó a Francia una temporada a exponer y mejorar su técnica. En la Exposición Universal de París de 1889, Celia Castro expuso y se ganó una medalla, con la que volvió a Chile más consagrada por sus propios méritos.
Fue entonces, en 1904, que el gobierno de Chile decidió becarla para regresar al extranjero y continuar su trabajo; Celia Castro viajó nuevamente con su maestro, pero ahora ella convertida en la primera artista profesional del país, gracias a esta subvención. Se quedaría en Francia viviendo y pintando por dos décadas más, convertida en una aplaudida artista. Regresó a Chile recién en 1927, donde murió tres años después.
Celia Castro, junto a las hermanas Mira, otras pintoras de la época, son consideradas las pioneras del arte nacional. Entre los cuadros más famosos de Castro están Las playeras, Vieja y Naturaleza Muerta; algunas son parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes.