Hay algo especial en detenerse a mirar a mujeres en un evento deportivo: tienen mucho de rockstars dando la vida en un escenario. Ver a una mujer cumpliendo un sueño, demostrando su talento y disciplina, mostrando un trabajo en un acto magistral, que pasa desde cruzando una meta en una carrera abierta o un Juego Olímpico.
Cuando creé el blog Amigas que Corren lo hice inspirándome en mis propias amigas, con las que nos levantábamos temprano a correr, a quienes motivábamos cuando una decaía y a las que animábamos como espectadoras en una carrera; a quienes, cuando veíamos pasar, gritábamos para alentar como si fueran a cumplir un récord mundial.
Pero el deporte -y el mundo deportivo- no es un camino fácil para las mujeres. Es como la vida misma: hay sueldos desiguales, falta de visibilidad y discriminaciones en cuanto a cuotas en los grandes eventos. El equipo de fútbol de EE.UU, uno de los más exitosos, tuvo como bandera de lucha “Paid equal” en medio de un campeonato mundial; la atleta Simone Biles tuvo que lidiar con abusos en su equipo de atletismo y en Chile, la Asociación Nacional de Jugadores Fútbol Femenino (ANJUFF), fue creada como respuesta al estancamiento que vivía el fútbol femenino en el país y su objetivo mejorar las condiciones de este deporte.
Hemos avanzado, gracias a las mujeres que han logrado superar las barreras del sistema. Ahora podemos correr maratones y existen mujeres en todos los deportes olímpicos, pero falta mucho donde avanzar. Por eso, cuando vemos a una mujer corriendo en la calle con sus audífonos, bien transpirada, dándolo todo, sabemos que detrás de eso hay bastante sacrificio, el mismo que ha tenido la patinadora chilena Pepa Moya o la joven colombiana Sara Baras, nadadora paralímpica, que logró 4 oros en Lima 2019. Ellas se han convertido en una inspiración, y son, a la vez, el resultado de un esfuerzo femenino colectivo.
Y mientras veamos más mujeres en la calle y en la televisión (como en la escena de Betty, la serie de HBO, donde un montón de chiquillas skaters se juntan con el propósito de enseñar y apoyarse unas a otras), me da esperanza de que cada día habrán más, que inspiren y que motiven a las niñas y jóvenes, para que, finalmente, nos tomemos las calles, pistas, canchas y estadios.
Puede ser para pasarlo bien, para convertirse en profesionales o para compartir con un grupo de amigas: el objetivo a veces es secundario. Lo importante es que ya perdimos el miedo a salir, a realizar cualquier deporte y queremos atrevernos a más.
Por Daniela Carrasco, creadora Amigas que corren.